15• Querido diario...

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– ¿Sí te das cuenta de que las personas nos quedan viendo?
– Sí, Kate. Puedo notarlo.
– En especial las mujeres...
– No sé a qué te refieres.
– ¿No? Pues no estás usando tu suéter, estás mostrando tu torso escultural mientras empujas a una chica empapada y con frío en una silla de ruedas. Sí eso no llama la atención, nada lo hará...
– ¿Torso escultural? -preguntó con tomó burlesco-. ¿De dónde sacas esas cosas?
– Solo digo lo que veo.
– Creo que a veces eres muy exagerada y dramática, no le veo nada de raro a estar en la calle sin suéter ni camiseta.
– Yo sí... Nadie lo hace. Solo tú.
– Supongo que no sales mucho.
– Solo mira como me quedó mi cabello... -dice ella, mientras lo sujeta y lo exprime para sacarle el agua.

Después de un largo trayecto, regresaron a casa de Kate.

– Tengo miedo, Marcus.
– ¿Miedo a qué?
– A mi mamá. No sé cómo va a reaccionar cuando me vea así.
– No te preocupes, Katy. Sé lo que voy a decirle.
– ¿Katy? Eso es nuevo... Me gusta.
– Es de cariño. Me agradas.
– Gracias... -responde, mientras por dentro, moría de ternura.

Marcus toca la puerta, dando seis toques consecutivos, fuertes y veloces.

– ¡La vas a tumbar! Necesitamos esa puerta...
– Solo es una puerta, no es para tanto.
– Si es para tanto, Marcus. Mis padres se van a enojar, si es que están en casa... -expresó con su voz apagada-.

Marcus le miró con tristeza en sus ojos y se le acercó.

– Escúchame Kate, necesito hablar muchas cosas contigo... -le toma de sus mano-. Quisiera verte la próxima semana, esta vez, vamos a dónde vivo. ¿Está bien?
– Sí...
– Yo vendré a buscarte.

Marcus se acerca a su rostro y
le da un pequeño beso en su mejilla.

– Es hora de que alguien salga... -dice Marcus-.
– Seguro nadie está aquí.
– ¿Tienes llaves, Kate?
– Nunca me las han confiado.

En ese momento, la madre de Kate abre la puerta y se queda sorprendida del estado de los jóvenes.

– ¿¡Qué les pasó!? -pregunta exaltada-.
– Íbamos por el costado de una calle elevada... -responde Marcus-.
– ¿Qué? -contestan Kate y su madre al unísono-.
– Luego la velocidad empezó a incrementar y Katy cómo pesa mucho, no tuve la fuerza suficiente para detenerla, así que me aferré a la silla y descendimos por un pequeño barranco. Al final de ese barranco, nos esperó un pequeño lago y caímos estrepitosamente al agua. -dice Marcus mientras entrelaza sus brazos en su pecho desnudo.
– Así no pasaron las cosas... -añade Kate-.
– Tuve que darle respiración boca a boca...
– Kate. Entra ya. -dice su madre con tono gélido-.
– Adiós Marcus... Te veo la próxima semana.
– Adiós, Kate. Adiós señora.

Kate entra a su casa y su madre se acerca a Marcus;

– No sé que quieres con mi hija, muchacho grosero y mentiroso, pero no voy a dejar que le hagas daño, así que aléjate de ella.
– Si no dejaras que ella sufriera algún daño, no estaría así. Y no hablo precisamente de su discapacidad.

Él da media vuelta y se marcha, dejando atrás, a aquella mujer que incrédula, trataba de comprender exactamente lo que dijo.

...

"Querido diario...

Hace mucho no escribía algo para ti. No tenía muchas razones, pero hoy, es un día fantástico, genial, increíble.
¿Por qué?
Porque sencillamente estoy viendo que las cosas, poco a poco, han ido cambiando y no lo había notado.
Hoy, justamente hace una hora, he dado mi primer beso, a esta edad... Sé que es un poco tarde, pero jamás había sentido algo tan hermoso e intenso.
Marcus me ha sacado a dar un paseo ésta noche. Fuimos al lago, pero él tenía planeado algo diferente, porque yo pensé que iríamos a ver las luces que tanto me gustan, pero no, él me mostró otras luces que son más bonitas y nadie las puede ver... Del otro lado del lago, las cosas son diferentes.
Era un pequeño muelle, algo viejo, pero muy bonito. Todo estaba iluminado por pequeñas luces flotantes -luciérnagas-, y aquella luz, que aunque no es suya, la adorna como si lo fuese -la luna-, hoy, está brillando con intensidad, con amor.... Sin duda, es de las cosas más hermosas que he presenciado...

Entonces nos desvestimos ¡Pero no por completo! ... Marcus me cargó hasta meterme al agua, (obviamente tenía miedo de ahogarme) pero aún así me dejé llevar de él.
Estábamos flotando, bueno, yo lo hacía. Marcus tocaba el fondo del lago con sus pies... Estábamos muy cerca a la orilla.
Luego él dice que me va a soltar y de repente, ¡Me besa!
No pude objetar nada, sentí tantas cosas que no me alcanzan las palabras para describir las sensaciones que llegué a alcanzar. Solo cerré los ojos y disfruté de sus labios.

Durante tantos años ahogándome entre lágrimas, sufriendo por aquel sueño que pensé que nunca se haría realidad, luchando cada día con el peso físico y emocional de mi condición, jamás creí que aquellos pensamientos, anhelos e historias donde me imaginaba abrazando un pedacito muy pequeño de felicidad, se cumplirían, al menos, una gran parte de ello.

Hoy Marcus me ha besado y no sé si sienta exactamente las mismas cosas que yo, pero algo si es seguro... No creo que pueda dormir por ahora..."

A tus piesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant