6. Los llaneros magníficos (Parte II)

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—Úsalo en caso de emergencia.

Al paso de los corceles, un rastro de polvo y tierra se levantó por el valle desértico

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Al paso de los corceles, un rastro de polvo y tierra se levantó por el valle desértico. Mago y Madame Universal, junto a Ajeiwa y los nativos a su cargo, abrían camino hacia la ubicación secreta del clan. El tiempo y el avance mismo de la sociedad los había obligado a apartarse, a mantenerse ocultos del individualismo del hombre y sus constantes crímenes a la naturaleza, porque representaban todo lo contrario a lo que ellos protegían desde generaciones pasadas.

—Los vaqueros quedaron atrás, madame —comentó Victoria—. Puede hablarnos con total confianza, guardaremos el secreto. Me causa curiosidad cómo es que nos conoce.

—Los Universales no son los únicos seres dotados de poder en este mundo — expresó, sin apartar la mirada del frente—. A nosotros nos los otorgó la naturaleza misma, como recompensa por nuestro cuidado y respeto hacia ella y las fuerzas que la rigen. El Ave Trueno es una de ellas.

»Desde hace siglos ha vivido entre nosotros, camuflada en la tribu bajo una apariencia humana. Lastimosamente, ocurre con las criaturas de su especie que, cuando permanecen demasiado tiempo ocultos, comienzan a perder su identidad y sus recuerdos de una vida mítica van quedando atrás, dando paso al nacimiento de la siguiente ave dadora de la lluvia. Esa misma humanización del Ave Trueno permitió que, hace un mes atrás, la llegada de un poderoso espíritu maligno corrompiera su poder. Recuerdo muy bien cuando ocurrió. Nunca antes lo habíamos visto tan furioso. Recobró su forma animal y, desde entonces, no ha parado de volar. En su ira, desató la sequía y las tormentas eléctricas que nos acechan.

—El mismo poder que corrompió a Dex Degron —murmuró Mago—. Por eso atacó su aldea. El espíritu puso a ambos bandos en conflicto.

—Más de lo que parece... —susurró Ajeiwa, por primera vez, con un tono temeroso que despertó preocupación en los Universales.

—¿Qué ocurre? —preguntó Madame.

—Hanakai —contestó con los ojos cerrados, luego de una respiración profunda—. Debemos darnos prisa. —Arrió al animal, produciendo en él un chillido que lo impulsó como una bala.

—¡Arre, Plata, adelante! —Azotó Mago a su caballo.

Los jinetes cortaron el viento con la rápida cabalgata de sus corceles. Pronto llegaron a un río estrecho, por donde, gracias a un trote controlado, los caballos esquivaron las piedras incrustadas en el fondo. A diferencia del árido panorama en Survivor, una arbolada de pinos amarillentos los recibía; la sequía también los había afectado, pero, aun así, allí era más abundante el verde.

Tras unos cruces más, finalmente disminuyeron la velocidad.

Entre los árboles y frondosos matorrales de pasto, se alzaban las chozas con forma de cono de los Wanikiy, de lo más alto de ellas sobresalían trozos residuales de paja. Ajeiwa bajó de su caballo con agitación, no tardó en acercarse al grupo de mujeres que, preocupadas, miraban hacia su líder.

Mago Universal: Encrucijada temporalUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum