3. Lobizona (Parte I)

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Por un momento se detuvieron a observar el paisaje. Buenos Aires se alzaba mágica sobre ellos, donde pinceladas naranjadas materializaban el cielo, dibujando en su lienzo un inolvidable atardecer, en el que el majestuoso coloso de plata parecía tocar las nubes con su refulgente cima desenvainada.

Solo bastó una sonrisa y una mirada cómplice para saber que ambos disfrutaban contemplar cómo la imponente maravilla acariciaba el cielo. Juntaron las manos en ese instante, el tiempo se había detenido para ambos. Solo fueron ellos dos, sin monstruos que cazar, ni hechizos por lanzar; pasado, presente y futuro habían convergido en un solo lugar para otorgarles un regalo difícil de olvidar.

It's lovely —musitó Victoria.

—Así es como el tiempo nos agradece mantenerlo protegido —expresó James.

Con la misión en mente, los Universales dejaron atrás el paisaje, adentrándose hacia la ciudad.

—¿Sos Mago Universal? —escucharon voces emocionadas tras ellos.

—Sí, soy yo —admitió con una sonrisa al girarse.

Se trataba de tres adolescentes que lo miraban de pies a cabeza, perplejas.

—¡Fue increíble como venciste a esos aliens! —exclamó de repente una de las jóvenes, aún sin creerlo—. Moviste las manos así y así —decía mientras intentaba imitarlo—, y luego, ¡zaaas! —Tendió los brazos a los lados, simulando una explosión—. ¡Muchas gracias por salvarnos!

Madame solo veía con una sonrisa cómo la energía de la chica había hecho esbozar en James una sonrisa de orgullo.

—No es nada —respondió con modestia—. Estamos aquí para protegerlos.

—¿Nos regalás una foto? —preguntó otra de las jóvenes, con su celular listo en la cámara.

—Por supuesto. —Sonrió, y las chicas no tardaron en juntarse a él con una sonrisa de oreja a oreja—. Digan Magooo.

—Magooo —contestaron al unísono hacia la selfie.

—Muchas gracias, Mago Universal.

—¿Volverá a unirse el Escuadrón de Héroes? —preguntaron con curiosidad.

—Cuando el mundo nos necesite —respondió.

—Vos no sos Venatrix, ¿o sí? —inquirió otra de ellas, acercándose a Madame para detallarla.

—Mmm... no —contestó con una ceja arqueada.

—Los shippeo —le susurró a Mago al oído—. ¡Matrix vive!

—Muy bien. —James amplió los ojos y generó magia en las manos—. Suficiente. Bye, bye.

El aire corrió con fuerza, provocando una ventisca mágica que los teletransportó fuera de allí. Los Universales llegaron a una cabaña rústica en el bosque. En el exterior colgaban telas, atrapasueños, sonajeros de viento y muchos otros objetos más. El olor a incienso inundaba el ambiente, mas pasaba a segundo plano por las energías místicas que se oponían entre sí, imperceptibles para el humano promedio, pero manifiestas con frenesí para los hechiceros.

—Sir James —llamó Victoria, captando la atención del héroe—. ¿A qué se refería aquella joven con esa palabra de la cual desconozco claramente el significado?

—Créame, Madame, es mejor que no lo sepa —contestó mientras sacudía su traje—. Los millenials y sus cosas.

—Esa mujer... Venatrix, debe ser una guerrera formidable —comentó—. Algún día me gustaría conocerla.

Mago Universal: Encrucijada temporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora