2. Las Hermanas Slytherin (Parte I)

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Reverendo Universal asintió y alzó las correas para golpear los lomos de los corceles. El trote lo condujo hasta el bosque, donde, lejos de ojos que lo delataran, un resplandor mágico color blanco le dio los últimos acabados a su traje negro y holgado. Desde el cuello blanco, se le prolongó una capa negra corta, además en su sombrero negro en forma de cono surgieron símbolos de una U con un ojo en medio, así como en su cinturón.

Con otra arreada a los caballos, todo el carruaje fue recorrido por un brillo blanco que le permitió alzarse en los aires y cruzar un portal recién abierto en el cielo. El leñador Nicholas Heywood, quien recién regresaba a su trabajo, al ver aquello, dejó caer las maderas que llevaba entre manos. Atónito, sacudió la cabeza y entrecerró los ojos una y otra vez, no tenía idea de qué había sido eso.

 Atónito, sacudió la cabeza y entrecerró los ojos una y otra vez, no tenía idea de qué había sido eso

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Salem, 1693.

Un mes después.

Una grieta dimensional rasgó la superficie, fragmentándola en destellos oscuros que, al girar en un mismo sentido, originaron el portal por el que escaparon, en medio de risas escalofriantes, dos mujeres de atuendos negros.

—Tal como lo predijo El Maestro —habló Serpentina Slytherin, la pelirroja de tono severo—. La apertura del portal en dos mil diecinueve nos trajo de regreso a nuestra época.

—¡Estamos de vuelta! —celebró Cascabelea con entusiasmo, seseando la lengua de la alegría—. Se sintió como una eternidad, y aún así seguimos jóvenes y bellas.

—Pero por supuesto, tarada. —Le dio un golpe a la cabeza rubia de su hermana—. Nos hayan enviado hoy, mañana, hace un mes o dentro de dos, es irrelevante, la Dimensión Oscura no se rige por las leyes del tiempo.

—Lo sé, cretina —maldijo por lo bajo—. Seré vieja, pero no bruta. Por desgracia también estuve en la Dimensión Oscura junto a ti todos estos siglos, solo que no soy igual de amargada.

—Como sea, tenemos trabajo por hacer —gruñó Serpentina—. Hay que pagarles con la misma moneda a esos histéricos y codiciosos puritanos, obtendrán fuego por fuego, y nosotras, hermana, seremos las únicas que no saldrán quemadas. —Rio.

—Oh, hermana, y no olvides a ese falso reverendo que nos encarceló en primer lugar. Deseo arrancarle el corazón al Universal con mis propias manos.

A unos cuantos pasos de la cabaña, Nicholas Heywood cortaba leña. Aquellas voces le eran familiares, mas le horrorizaba la idea de confirmar la procedencia. Temeroso, se escabulló entre los arbustos para detallar la escena. Se horrorizó a volver a ver a las mujeres que tanto daño le habían causado a su pueblo.

—Murieron —musitó con terror—... las vi con mis propios ojos.

Se dio una bofetada y sacudió la cabeza. Desde hacía un mes que los efectos de los hechizos de las brujas habían desaparecido de la aldea. Era imposible que fuera una ilusión. Era real, tan tangible como él, y, consciente del peligro que representaban, debía hacer algo, tenía que avisar, sin embargo debía ser meticuloso para huir sin ser detectado.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now