La noche avanzaba y pronto ya no valió la pena salir. Todo el pueblo estaría calmado, callado y cada negocio cerrado. El Pueblo dormido o más bien, muerto. Me la pasé mirando hacia la montaña por donde habíamos llegado, anhelando regresar. Era la primera vez que me encontraba decepcionado con el abuelo.

Cerca de la propiedad, hay un pequeño cerro cuyo contorno, se dibuja en la noche con las luces de la carretera más atrás. Sobre éste, me pareció ver una figura humana. En realidad, sólo podía ver una silueta oscura, pero mi mente, se empeñó en creer que una figura humana, miraba hacia la casa; y se me antojó pensar, que me miraba directamente. Sólo serían unos segundos, tal vez, pero quedé atrapado mirando la silueta, que no se movía en absoluto. Y de pronto la luz del pórtico se apagó y me sacó de aquel sopor extraño. Como si hubiera despertado, miré hacia el interior y el abuelo estaba ahí parado, aún con la mano en el interruptor.

El viejo caminó hacia mí y encendió una lámpara de una tenue luz pequeña como la de una vela.

—¿No estás enfermo? — Le inquirí visiblemente molesto.

—Vine a pedirte disculpas — comenzó a decir — pero si no las quieres...

—Sólo quiero que me expliques, porqué, — le espeté con fastidio en mi voz.

El abuelo permaneció callado un momento; y cuando rompió el silencio el tono de su voz era solemne, serio, consternado.

—Una historia más — dijo. La más importante.

—Abuelo, no estoy — para cuen...

—La encontré sentada casi en la cima de la del cerrito — comenzó a hablar, como si yo hubiera permanecido callado; y señalando al cerro frente a nosotros. La silueta ya no estaba ahí. El viejo continuó —. Y nada era más hermoso que verla.

<< Un cabello rojo oscuro como sangre, cae sobre sus hombros para luego precipitarse hasta al suelo pintando de ese rojo las florecillas a su alrededor. Su piel es tersa y de un blanco semejante a porcelana. Pero fue su mirada, aquella mirada triste y con melancolía que por alguna razón me hizo sentir culpable. ¿Era yo responsable de aquella tristeza?; y si no. ¿Qué podría hacer para que su rostro se iluminara con una sonrisa? >>

<< No solía ser tan atrevido, para acercarme a una joven a conversar. No era mi estilo. De hecho, no tenía ninguno." Perdona; ¿te sucede algo?"; Juro que las palabras brotaron de mi boca, y me pareció que no había sido yo quien las pronunció. Ella levantó la cabeza y me miró con sus ojos tristes, grandes y tan oscuros, que resaltaban enmarcados en su pálido rostro que, a su vez, era enmarcado por su cabello color carmesí. >>

<< ¿De dónde provenía esta extraña diosa, que lejos de espantarme, me enloqueció de amor? Con ese amor que sólo se leían en libros cursis de romance que motivan al héroe a arriesgarlo todo por la mujer que ha robado su corazón. Pero como bien aprendería, eso eran cosas de libros. >>

<< Me contó que su tristeza era por extrañar a alguien que había partido. "Un amado que no me arranco"; dijo, con un extraño acento que jamás había escuchado. Y luego añadió; "Porque ya sé que ha fallecido y aún lo extraño y espero verle subir este cerro para que alimente mi alma." Y así de serio era. Pero no me desanimé y después de guardar silencio un momento, otras palabras brotaron de mi boca. >>

—¿Puedo acompañarte? — dije medio aturdido.

Ella volteó a mirarme y yo deseaba que sus ojos se quedaran así, leyendo mi alma para ver si descubría que yo podría ser ese amante perdido.

Sobre las Pesadillas [Completa]Where stories live. Discover now