El silencio se hace presente en toda la habitación, no me atrevo a verle el rostro. Un jadeo ahogado escapa de sus labios, mis ojos apenas logran ver sus puños apretarse. Enseguida se da media vuelta y camina velozmente hacia la puerta. Sin pensarlo me muevo hacia ella antes de que él llegue, rápidamente la cierro de golpe y me apoyo en la superficie helada, impidiéndole salir. 

—Muévete —ordena fríamente.

—Escúchame —le pido levantando la mirada, cuando consigo ver la suya siento un dolor agudo en el pecho: me mira con decepción—. No quise decirlo así, además ya te he dicho que tengo sentimientos por ti.

—Pero no me amas —dice tajante—. Te lo repetiré una última vez, muévete. 

—¿Cómo podrías llamarle amor a esto? —la pregunta se me escapa, internamente deseo poder arrancarme la lengua—. Maldición, sé que suena mal lo que digo, pero me refiero a que no tiene sentido que me ames. ¿Quieres saber lo que creo que ocurre? 

—Habla —contesta acortando la distancia entre nosotros, haciendo que desee hundirme en la puerta.

—Kara cree que es porque tengo miedo de ser feliz contigo, pero siento que va más allá de eso —digo con fingida seguridad, Aaron solo entrecierra los ojos, disgustado—. Yo creo que todo esto surgió por la culpa que sentía luego de recuperar esos horribles recuerdos, cuando comencé a ser consciente del daño que te hice. Buscaba la forma de remediarlo, y en un principio quería que tú no me odiaras tanto. 

El fuerte golpe al costado de mi cabeza hace que me congele, sintiendo un repentino miedo recorrer mi cuerpo. Aaron acaba de estrellar su puño contra la puerta, consiguiendo agrietarla.

—¿Estás diciendo que te acostaste conmigo por culpa? —susurra sobre mi rostro, con voz amenazante y aterradora.

¿Cómo llegó a esa conclusión tan rápido?

Decirlo así es bastante fuerte, pero en parte sé que fue lo que ocurrió al principio. Estaba ahogándome en la culpa, no encontraba la forma de sentirme bien ni de que él se sintiera mejor, tenía un deseo desesperado por aplacar su odio hacia mí. 

—No era solo por eso, pero la culpa sí importó las primeras veces, luego ya no tanto —susurro mirando al suelo, nervioso—. Además estaba ebrio. 

—No sé qué mierda esperas que te diga —suelta entre dientes, conteniendo su ira—. ¿A qué demonios quieres llegar con lo que dices? Estás logrando que me desespere, y no quieres ver lo que soy capaz de hacer cuando me desespero. 

—A lo que quiero llegar es que yo todavía siento culpa, y creo que tú también la sientes —respondo inseguro—. Me tratas bien porque sabes que lo último que me hiciste estuvo mal, te arrepientes y por eso sientes culpa. No me amas realmente, solo crees que lo haces. 

Aaron suelta un gruñido furioso mientras se aleja de mí, dándome la espalda. Me quedo quieto en mi lugar, sintiendo que el más mínimo movimiento podría alterarlo. 

—Esto es ridículo —dice soltando una siniestra carcajada.

—¿Estás bien? —pregunto temeroso. 

—¿Bien? —lentamente se da la vuelta, mostrándome su rostro enrojecido—. ¿Cómo mierda voy a estar bien si estas putas semanas me estuve esmerando para demostrarte lo mucho que te amo y lo único que pudiste interpretar de eso es que siento puta CULPA? 

—Yo... —quiero decir pero me detiene.

—¿Crees que es fácil para mí amarte? —escupe caminando hacia mí, como un depredador hambriento—. Es una maldita locura, Dominik. Me costó demasiado aceptarlo, tuve mil luchas internas al creer que estaba enloqueciendo por fijarme en el maldito chico que arruinó mi infancia —sus ojos se cristalizan y de inmediato varias lágrimas caen, las cuales limpia con brutalidad, lastimándose—. Nunca quise matarte, pero quería destruirte, quería que te hundieras en la peor de las miserias. ¿Sabes lo difícil que es aceptar que ahora lastimarte me dolería muchísimo? ¡No puedo hacerlo porque es como herirme a mí mismo, o peor!

Odio Profundo |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora