¿En qué momento me había convertido en un sensible? Es decir, en otras circunstancias ya estaría follándome a alguien, no sería tan cuidadoso ni tampoco me detendría a ver el rostro de la persona frente a mi. 

Ahora simplemente no podía dejar de admirar cada mueca y gesto que hacía Pip cuando mordía su cuello o me acercaba a lamer uno de sus pezones mientras mis dedos jugueteaban con el otro. 

Recorrí su cuerpo con mis manos, llegando al fin a ese lugar que requería atención. 

El bóxer de Pip estaba húmedo, denotando que su excitación estaba en niveles altísimos, cosa que habría comprobado sólo con sus hermosos gemidos.

 - A-ahg... D-Damien no... 

 - ¿No qué? -me detuve justo cuando rodeé con mis cinco dedos el miembro del rubio, quedándome quieto para esperar su respuesta.

 - N-no sé... -dijo avergonzado con esa respiración errática que me estaba volviendo loco- S-sigue...

A sus órdenes.

Empecé a mover mi mano con lentitud, asegurándome de que fuera placentero para él.

Admito que tocar a otro hombre se sentía raro en un comienzo, era como si mi razón quisiera alejarse y decir "alto ahí", pero a la vez mis manos no se detenían y buscaban más contacto. 

Quería hacerlo gemir más.

 - Mng...

Definitivamente yo también necesitaba atención, pues sentía el pantalón apretado justo ahí, motivo por el cuál no dudé en deshacerme del botón y bajar el cierre del mismo para poder dejar de sentir esa presión en mi miembro.

Pip pareció notar que me estaba desesperando un poco, por lo que, con timidez y bastante torpeza llevó su mano a mi entrepierna, replicando lo mismo que estaba haciendo yo con él.

Mierda.

Se sentía tan bien.

El rubio tenía los dedos más suaves y delicados que había tocado en mi vida, lo sabía desde que tomaba su mano a veces cuando íbamos por la calle, pero no creí que sobre mi anatomía se sentiría tan bien.

 - Hazlo con los dos -dije demandante mientras sujetaba su nuca para besarlo con furia y acercaba mi pelvis a la suya para que masturbara ambos miembros a la vez.

Una corriente eléctrica pareció inundar nuestros cuerpos al momento en que ambos falos se tocaron uno con el otro para luego ser masturbados por la suave mano del rubio.

 - D-Dam-... ¡Ah! -gimió más fuerte Pip.

 - Sigue así -dije sobre sus labios con una voz un poco más grave de la usual.

Estaba demasiado caliente como para percatarme de ello, pero tuvo efectos en Pip, que de pronto movía su mano más rápido como si buscara llegar al orgasmo.

Pero no se lo iba a permitir.

Puse dos de mis dedos frente a su rostro y en tono dominante le dije: "Lámelos". Él pareció no entender en un comienzo, pero luego temeroso accedió.

Y fue la mejor imagen que pude haber obtenido. Pip lamiendo mis dedos como si se tratara de un dulce, haciendo sonidos obscenos con el ruido de la saliva y los gemidos esporádicos que le provocaba soltar debido a la situación. Quería quedarme viendo para siempre, pero sabía que ni él ni yo queríamos que esto quedara así. Le quité los dedos de la boca y, cuando me di cuenta, me encontraba tocando su trasero, justamente en aquel lugar necesario para penetrarlo.

El día que lo conocíWhere stories live. Discover now