Mío (CardinalexIzō)

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Algo de mi OTP de ND y como no podía ser de otra manera, Piscis x Capricornio, la mejor pareja del mundo (al menos para mí). uwu

Viñeta romántica con un ligero toque de limón. 😆

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Dejo de prestar atención al entrenamiento de los santos de plata en cuanto mi olfato percibe tu inconfundible aroma. El mundo deja de existir cuando mis ojos se posan en tu esbelta figura que se encamina al coliseo para el entrenamiento matutino. Mis ojos no se apartan de ti ni un momento, deleitándome con tu altivo andar.

Tus ojos pasean por todo el coliseo y te veo sonreir en cuanto encontraste con la mirada a Káiser. Ignorando todo lo demás, te encaminas hacia él sin pensarlo dos veces. Le veo sonreír de igual manera en cuanto advirte tu presencia a su lado y con la confianza que trae consigo años de conocerse, cierra uno de sus brazos alrededor de tu cintura, estrechándote contra sí. Los celos hierven en mí.

Aparto mi vista de ustedes en un intento por controlar el impulso qué me embarga de ir y separarte de él, de todos cuantos te miren, en realidad, pero sé que no tengo derecho a tal y por eso me tengo que tragar mis celos. Es una fortuna qué dentro de mi entrenamiento ocultar mis emociones estuviera incluido. Alejo de mi mente todo lo que me provocas y me mantengo impávido en el pilar en el que estoy recargado.

Sin embargo, una nueva punzada de celos atraviesa mi estómago en el momento en el que te escucho reír ante alguna cosa que comentó Death Toll.

Cuando te veo así, junto a ellos, lamento que mi entrenamiento haya sido fuera de Grecia, tal vez, de haber crecido junto a ustedes, sería mi mano la qué estrechara tu cintura y apreciara tu bello rostro con la luz del sol matutino mientras esperamos que empiecen los entrenamientos.

Caín y Shijima se unen a ustedes mientras yo continúo contemplándote en la distancia, controlando mis celos y esperando comenzar a entrenar. Ojalá me toque contigo, deseo ver esa sonrisa altanera y burlona para luego borrarla a golpes, porque, seamos sinceros, el cuerpo a cuerpo no es lo tuyo, no cuando de una pelea se trata.

Mystoria ha llegado y los saluda con su perfecta amabilidad y camina hacia mí, nota de inmediato qué no puedo apartar mi vista de ti y sonríe empático, es el único que conoce mis sentimientos hacia ti. Te escucho reír de nuevo y mis entrañas se retuercen de rabia cuando te veo susurrar algo en el oído de Káiser, quien sonríe y te apega más a él. No hay más voz de la razón, estoy decidido, pero cuando doy mi primer paso, tus hermosas orbes verdes reparan en mí, sonríes sutilmente y me guiñas un ojo.

Tu mirada se clava en mí durante segundos qué me parecen eternos, mis ojos se anclan a los tuyos y el resto de los presentes dejan de existir; en ese momento, tan solo somos tú y yo. Toda mi ira y malestar se esfuman. Vuelves apartar tu vista de mí. Me pregunto sí sabes lo que me provocas, estoy seguro que sí, sabes que me tienes atado a ti y a un pestañeó estoy a tu merced.

¿Qué pasaría sí ellos supieran lo que hay entre nosotros? A vista de todos, no somos amigos, a penas y nos dirigimos la palabra, para el resto del mundo, tan solo soy tu compañero. Nadie sabe, ni siquiera Mystoria, que soy yo el que te contempla como nadie más lo ha hecho. Una sutil sonrisa aparece en mis labios.

Ellos no saben que son mis ojos los que, cuando el sol se oculta, aprecian tu cuerpo desnudo; son mis manos las que recorren cada milímetro de tu piel; mis labios los que se posan sobre los tuyos en un arrebatador beso; son mis caderas sobre las que se cierran tus piernas, que es mi nombre el que repites una y otra vez entre suaves gemidos de placer mientras me pides que no pare; mis embistes los que te llevan a explotar en orgasmo y son mis brazos los que te acunan mientras el cansancio te va venciendo hasta caer dormido. En fin, ellos no saben que soy el dueño de tus noches.

—Izō—escucho la voz de Mystoria y fijo mi vista en él—¿listo para el entrenamiento?—sonreí.

Vuelvo a fijarme en el grupo que te rodea, en la mano qué se cierne en torno a tu cintura, en la sonrisa que adorna tus labios mientras escuchas a Death Toll... pero por hoy, no hay más celos. Les dejaré se deleiten en tu compañía y paseen su vista por tu delicada figura, permitiré qué de día seas de ellos, pero cuando llegue la noche, en la intimidad de mi templo, serás mío, Cardinale.

—Por su puesto—respondo.

Fin
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Lamento sí hay muchos errores de ortografía y redacción, nunca había escrito algo narrado en primera persona y en tiempo presente, espero que ningún verbo se me haya escapado.

¡Gracias por leer!

Miscelánea Saint Seiya. Where stories live. Discover now