Capitulo 1

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Estaba cansada de toda esta mierda.

Eran las ocho de la mañana y tenía sueño. Estaba en el porche del orfanato esperando al señor que decía ser mi tío.

A un lado de mi,estaba la trabajadora social una señora baja,de ojos café y cabello castaño, vestía una falda tubo verde con una camisa blanca,no le pongo más de 27 años y también estaba la monja que se hacía cargo de este lugar. Ya era una señora mayor, tenía  54 años,era baja tenía unos hermosos ojos color miel,ella inspiraba confianza y fe.

Estaba viendo mis viejos y sucios zapatos deportivos,cuando enfrenté de nosotros se estacionó un auto.

Del auto se bajó un señor alto,el color de su cabello era castaño,su ojos son celeste y el color de su piel blanca,tiene un bigote como el de cantinflas,lleva puesto una camisa de color crema,su pantalón es gris e igual que su saco,su corbata es gris con rayas delgadas de color blanco.

— Buenos días — habla acercándose a nosotras —Señora Johnson—se dirige a la trabajadora social— sor-Alicia.— luego me queda viendo,y en su rostros dibuja una sonrisa–—Angela. —dijo mi nombre,dándome un abrazo,no me gustan las muestras de afectos y obvio que no le correspondí el abrazo. Luego me soltó al ver que no correspondía el abrazo. 

— Hola — digo a penas en un susurro.

— Buenos días,señor Stuarth— habla la señora Johnson en tono de respeto y de negocios.

—Buenos días,hijo—musita la monja en tono amable.

— ¿Estás lista, Angela?.— pregunta,yo solo puedo asentir con la cabeza ya que tengo mucho sueño.Mi equipaje no era mucho en realidad todo cabía en una mochila e igual mis tesoros más preciados.— Y ¿Dónde está?— preguntó mirando a mis lados en busca de alguna valija pensé. Entonces,le señale la mochila que colgaba de mis hombros —Oh..— en su mirada vi algo que odiaba la pena.

– Okey,vámonos que tengo mucho sueño.—dije viendolo fijamente este solo asintió y se despidió de las dos mujeres bajando del porche a su auto.

Me giré al ver a la monja,está parte nunca me ha gustado las despedida.
Esta señora ha sido una mujer muy amable y hermosa conmigo. Cuando pensé que no existía humanidad ella apareció. La veo como una madre,creo sentir esa emoción de amar con ella.

—Dios te bendiga,hija y cuídate mucho—dijo mientras me persinaba y se le a comulaban lágrimas en los ojos y estas bajaban por sus pálidas mellijas– Llámame cuando quieras y no te olvides de esta vieja– musitó mientras me daba un abrazo. Y a ella con todo el gusto se lo correspondía.

— ¿Cómo olvidarla?, Si usted es como mi madre y la quiero mucho— me exprese y ella sabía que era cierto,ella era la única que sabía,todo lo que había vivido,ni la señora Johnson,ni mi supuesto tío sabían. Solo yo y ella sabíamos el verdadero infierno que pasé.— Se cuida, volveré pronto—dije guiñándole un ojo y dándole una de mis mejores sonrisas.— Hasta pronto señora Johnson.—musite volteandome a la señora que veía el panorama.

— Hasta luego, Angela.—dijo dándome una sonrisa y ofrenciendome la mano que se la estreché dándole una sonrisa.

Me giré viendo a la monja y le di un beso en la frente para luego volterme dirigirigiendome al auto en el que me esperaba el señor Stuarth,el abrió la puerta del copiloto y entre en ella esté dió una vuelta hasta llegar a mi lado y encender al auto.

No quise ver por la ventana al orfanato,no quise ver a la persona que me ayudó con una parte con la mierda que cargó.

— Tu vida cambiará, Ángela,no te preocupes.— musitó en tono amable,pero no le creí.

Este señor no me inspiraba confianza,tenía que cuidarme dónde sea que me llevará,no tengo que tan ingenua y no bajar la guardia. Lo único que se de este señor que su nombre es Nathan Stuart,es hermano de mi madre,está casado y tiene dos hijos que desconozco sus nombres,tiene una empresa que ni idea que es lo que reproduce. Realmente lo desconozco,mi mamá nunca me lo presentó, pensé que no tenía familia.

Mire la ventana y lo supuse,el vive en la zona bonita de Los Angeles,eso hace que tenga una sonrisa sarcástica.

— ¿Que te parece divertido? — pregunta viéndome para después regresar la vista a la calle.

— Nada —miento. realmente no lo veo en las peores calles de esta ciudad.

Pasa por un gran portón blanco y enfrente de este está una gran casa. Parece una de esas casas que salen en las revistas. Enfrente de esta tiene una fuente,la casa en blanca con unas grandes ventanas de cristal,una gran puerta de madera. Yo no anduviera desnuda está casa.

Se estaciona frente la casa y baja,yo lo espero que me habrá la puerta. Tomó mi mochila y me bajo.

—Bienvenida a tu hogar— me sonríe pero esta sonrisa no llega a sus ojos. Me parece falso. Yo solo puedo verlos y no decir masi— la familia está feliz por conocerte.

Entramos a la casa–mansión- no se que es realmente,es muy bonita y lujosa. Enfrente de esta hay unas grandes escaleras con una alfombra roja encima de estás,al lado derecho hay una especie de sala(supongo para recibir a las visitas) al otro lado hay una sala pero en esta,hay un televisor,unos sillones negros de cuero. De las grandes y hermosas escaleras baja una señora en un vestido verde muy bonito es pegado al cuerpo y un chaleco,sus zapatos son de color negros de agujas (eso debe de doler) lleva una gran coleta,bien peinada(yo no recuerdo la última vez que me peiné) es una señora de tez blanca con unos ojos verdes impresionante,su cabellos son rubio,ella es toda elegancia,está al verme pone una cara de fastidió. ¿Tan fea soy?

—Angela— llama mi atención el señor que tengo al lado—ella es Agatha,mi esposa.

— Que gusto conocerte al fin, Angela. Todos hemos esperado tu llegada— pone una gran sonrisa de felicidad,cómo si no he visto la casa que puso. Solo hay una palabra para eso ¡falsa!. Yo solo le sonrió porque no diré «el gusto es mío» por qué no es así.

Detrás de ella baja una muchacha,parce una copia exacta de la señora,supongo que es su hija. Su piel está bronceada y es rubia sus ojos son como los míos pero un celeste más oscuros. Lleva un vestido blanco de flores este le llega hasta las rodillas,es suelto y los sostiene una finas tiras. Está me ofrece una gran sonrisa cuando me ve.

— Hola. Yo soy tu prima Anastasia pero me puedes decir Ana o An o como gustes—dijo muy animada está muchacha desprendía mucha felicidad. Por unos de los pasillos sale un muchacho que se parece más a Anastasia,— El es mi mellizo Aiden— música este tiene una camisa negra con un insinio de alguna banda, unos jeans negros y una chaqueta de cuero negra.

—Hola—dijo mientras comía una manzana. Parece uno de los badboys  de los libros o películas de adolescentes.

—¡Tengo un gran día para nosotros!—grita emocionada Ana.

Este será un ¡gran día!.

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Hoy fue un día muy distinto al resto. Ana si que tenía un gran día,primero desayunamos en casa,luego fuimos al centro comercial y compramos unos vestidos muy bonitos,dijo que íbamos a ir a un restaurante,con toda la familia que me querían presentar unos amigos de sus padres. Estamos en este momento aquí. En el restaurante.

Me siento de lo más rara,yo soy la de jeans y camisa grandes. De donde vengo es mejor pasar desapercibido,entre menos lujos. Mejor. Pero la razón más exacta es que no tenía el presupuesto.

En el restaurante en el que estamos es muy lujoso. Al entrar estaba una señora de unos 30 y algo,con un vestido elegante,esta nos llevó a la segunda planta. Realmente el lugar era precioso,las paredes son de un color rojo vino,en medio del salón–de la primer planta– había una pista y una pequeña tarima con un hermoso piano.

Nunca había estado en un lugar así,y si lo hubiera estado sería diferente;estaría en la cocina o posiblemente atendiendo mesas.

— Buenas noches— anuncio un hombre al cuál desconozco.

— ¡Sr. Black!— se levantó emocionado el señor Stuarth.

No sé el porque siento que hoy literalmente mi vida va a cambiar pero no sé si para bien o para mal.

AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora