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♱ 1 . 02 TWO HOPELESS OPUS capítulo dos.
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Una prisión.
Nunca lo hubiera imaginado. Diez personas han limpiado una prisión en su mayoría en orden para poder sobrevivir, y han llegado tan lejos... No puedo imaginarme lo que han tenido que hacer para llegar a este punto.
El lugar es extenso, tiene mucho espacio y campos abiertos, si lo quisieran pueden sacarle buen provecho. Tiene vallas altas, la seguridad no se ve tan mala; sin embargo está lleno de muertos a sus alrededores. Soy consciente de que en este momento tienes problemas más grandes que los caminantes.
Me abstuve a hacer preguntas. A pesar de que Glenn ha dicho que están en guerra, me sorprendí porque tanto él como Hana estaban fuera de la prisión cuando me encontraron, pero eso no es de mi incumbencia, yo supongo que estaban en busca de algo, ya que Glenn no ha parado de tocar su bolsillo en el trayecto hasta la entrada del lugar.
Las grandes vallas metálicas se abren a medida que llegamos. Glenn aprovecha para matar a un caminante con su cuchillo, dándole justo en el cerebro, al mismo tiempo que Hana toma mi brazo para hacerme correr dentro. Una mujer un poco mayor de cabello canoso y un chico de quince años nos abren las puertas y las cierran detrás de nosotros recibiéndonos.
El chico apaña a Hana entre sus brazos tan pronto como detenemos nuestro paso y ella lo abraza de vuelta.
Los brazos de Aera me aprietan el cuello así que la pongo en el suelo y ella se aferra a mi cintura observando a los desconocidos.
—Carol, Carl —comienza a decir Glenn—. Ellas son Yejin y Aera, se quedarán con nosotras una noche.
—¿Crees que mi padre estará de acuerdo? —pregunta en chico, que asumo le pertenece el nombre de Carl. Ahora, su mano estaba entrelazada con la de Hana, por lo que deduje que eran pareja.
Glenn, a mi lado, levanta sus hombros.
—Hablaremos con él —le responde la pelirroja.
La mujer llamada Carol me dedica una sonrisa amable y se inclina hacia el frente para ver a Aera. Me detengo un segundo para tomar aire tratando de tranquilizarme pues he comenzado a sentirme nerviosa; hay muchas probabilidades de que el líder nos eche. No lo conozco, pero hay una voz incesante dentro de mi que me dice que puede que no duremos más de una hora aquí.
