e x t r a

1.6K 234 60
                                    

Cuando Reese entró a la biblioteca golpeado y sangrando aún, el mundo de Alec se detuvo por completo. No podía dejar de mirar el líquido escarlata salir de su herida en el brazo, sin siquiera pensarlo dejó de leer el libro sobre demonios que había comenzado esa mañana y corrió hasta él para tomarlo en brazos como recién casados, y llevarlo a la enfermería. Reese no dijo nada, no tenía ganas de hablar y darle pie a Alec para que le diera un sermón, supuso que todo se pondría más intenso cuando dijera en voz alta que se había negado a que Caroline le hiciera un Iratze.

Se había negado porque extrañaba algunas cosas de ser mundano, cosas que nunca pensó extrañar como preocuparse porque no había terminado la tarea de matemáticas en lugar de que un demonio escapó o el dolor de alguna herida.

— ¿Qué ha sucedido? — Alec susurró, no era la primera vez que su novio llegaba golpeado al instituto pero sí era la primera vez que veía sangre en él.

— No voy a morir — Reese sonrió cansado —, sólo tengo esta herida en el brazo. No soy tan tonto como para no aceptar una Iratze si sé que estoy muriendo.

— ¿No aceptaste una Irazte? — El mayor chilló — por el Ángel, Reese.

Sin esperar una respuesta de su parte, Alec se acercó a un armario para luego sacar una estela de allí, susurró un nombre de un Ángel que Reese no llegó a escuchar y se acercó a él.

— No quiero — Reese contestó firmemente y con la mano sana intentó alejarlo.

— Por favor — una tercera voz habló, ambos chicos giraron para observar a Jace apoyado en el marco de la puerta junto con Caroline quien se mantenía en silencio —, no vaya a ser que ensucies las sábanas con tu sangre mundana.

Reese rodó los ojos, sabía que Jace no hablaba en serio. El rubio se preocupaba por él pero a su manera, con mucho sarcasmo y arrogancia. Caroline le pegó un codazo en las costillas a Jace antes de adentrarse a la sala, se acercó a su hermano lentamente y en su rostro se podía observar la preocupación absoluta.

— Reese, deja que Alec te cure — habló amablemente — por favor, no voy a perdonarme si algo más grave sucede. No puedes volver a ser un mundano.

Alec frunció el ceño y miró al castaño con confusión, Jace noto la tensión que se estaba formando y susurró algo sobre que Clary lo estaba llamando para luego girar e irse del lugar. La chica hizo una mueca antes de volver a hablar.

— Debes decírselo a Alec, Reese. Las relaciones son a base de confianza y amor — Caroline buscó aligerar la tensión — ahora, debo irme. Tengo una cita y no quiero hacerla esperar demasiado.

Reese rodó los ojos pero sonrió.

— Cuídate, ¿Sí?

— Siempre.

Cuando la castaña abandonó la enfermería, Alec volvió a decir el nombre de un Ángel y acercó la estela a Reese, la apoyó sobre la piel de su brazo la cual no estaba cubierta con sangre e hizo una perfecta Iratze.

— Alec — el menor pronunció en voz baja.

Alexander se alejó de él como si fuera un extraño y no hubiera hablado en absoluto, el corazón de Reese se apretujó.

— Alec, Caroline no lo dijo bien — volvió a intentar, su brazo había parado de sangrar y la herida parecía cerrarse pero ahora tenía otro dolor que no sabía si una Iratze podría sanar.

— ¿Qué significa entonces? — Alec atacó —, ¿Quieres ser un mundano nuevamente? ¿Esto es mucho para tí? — el mayor suspiró y posó su vista sobre el suelo — creí que lo estabas llevando bien.

— No quiero ser un mundano, no quiero estar en un mundo en el que no estés — Reese trató de tranquilizarlo —, solamente que en este último tiempo en el que estás encargándote del instituto, casi no puedo pasar tiempo contigo y tengo más tiempo para pensar, en mi antigua vida. No es que quiera volver a ella, por supuesto que no.

— ¿Entonces? — Alec susurró al tiempo que se sentaba al lado de su pareja, sus manos jugaban con la estela y sus ojos se posaban en cualquier lugar menos en Reese.

— A veces pienso en qué pasaría si todos nosotros fuéramos mundanos. Simples mundanos, probablemente Isabelle sería una diseñadora de modas famosa y Clary una gran artista — El castaño explicó, observó como las manos de Alec no dejaban de mover su estela y se la quitó en un rápido movimiento, la depositó sobre la cama para luego tomar sus manos —, y no sé qué sería de mí, pero cazador de sombras o mundano, yo quiero estar a tu lado.

Alec sonrió y apretó levemente las manos de Reese, esas manos que le resultaban tan familiares como las suyas propias pero que en este último tiempo no había podido sostener como debía hacerlo.

— Todo esto esto es mi culpa entonces — Alec susurró —, sé que he estado muy metido en el trabajo, Isabelle me lo ha dicho tantas veces pero me negué a escucharla porque pensaba que exageraba pero cuando te ví entrar a la biblioteca en estas condiciones, mi mundo se detuvo y ahora pienso que pude haberlo evitado si hubiese ido contigo o si lo hubiera sabido, no te habría dejado ir allí con Caroline, ninguno está preparado para luchar solo.

— No es tu culpa — Reese se apresuró a contestar —, y estoy bien, no es culpa de nadie más que mía.

Alec negó con la cabeza y se apoyó sobre Reese, su cabello le producía cosquillas en el cuello a Reese pero el castaño no lo dijo en voz alta, no quería arruinar el ambiente.

— ¿Quieres salir a caminar? Simon me dijo que Isabelle cocinaría hoy y creo que es un buen momento para escapar — el menor volvió a hablar — no te dejaré que le avises a Jace, él merece comer esa cosa.

Alec rió.

— Está bien pero déjame hacer algo primero.

— ¿Qué tienes que hacer? No le dirás a Jace, ¿Verdad? Porque me enojaría mu-

Reese dejó de hablar cuando vió a Alec levantarse y arrodillarse delante de él, el menor frunció el ceño.

— Alec, mis agujetas están atadas. No tienes que -

— Reese — Alec lo interrumpió sonriendo —, sé que esto es apresurado y ha decir verdad no planeaba hacerlo hoy pero la circunstancia lo amerita, entonces, Reese Lovelace, ¿Quieres casarte conmigo? Probablemente es demasiado para tí, tienes recién 18 años pero los cazadores de sombras se casan jóvenes ya que-

— ¿Crees que no pasaré de los 20 años? — Reese chilló, Alec hizo una mueca e intentó volver a hablar para explicar a qué se refería pero el chico de ojos marrones se agachó levemente, tomó sus mejillas con ambas manos para acercarlo y posar sus labios sobre los de Alec, en un beso tímido — estoy bromeando, pero no pensé que lo harías.

Alexander apoyó su frente contra la de Reese y sonrió.

— No respondiste mi pregunta, Reesey.

— Espere demasiado tiempo para poder conseguir tu número de teléfono, me metí en un culto mata demonios por tí ¿Y piensas que no me casaré contigo?

Esta vez fue el turno del Lightwood mayor tomar las mejillas de Reese y acercarlo hacia él para poder besarlo, era exactamente el mismo tipo de beso que compartieron la primera vez. Lleno de esperanza, de ansiedad por saber lo que el futuro les podía ofrecer pero ahora había algo más, ahora ese beso contenía amor también porque se amaban. Y ambos comprendieron que a veces conoces a la persona indicada de la manera más desastrosa.

sé que dije que iba a tratar de subir la conversación de reese y simon pero no tenía inspiración para eso, y me encariñé mucho con reese so. espero que les haya gustado.

CAN I GET YOUR NUMBER, alec lightwood¹.Where stories live. Discover now