✵ Capítulo 22

Magsimula sa umpisa
                                    

Aviento el pensamiento de mal gusto al fondo de mi cabeza y recupero mi postura.

—Colocaba en su lugar una figura —respondo, apuntando el sitio.

Sus ojos se entrecierran.

—¿Quién eres tú? —hace otra pregunta.

¿Quién soy? Es decir, no puedo presentarme por mi nombre, ¿o sí? Soy un desconocido. ¿Qué se supone que deba decirle?

—Yo... soy... ¿un cliente de tu papá?

—¿Es pregunta o afirmación?

—¿Afirmación? —dudo.

—¿Y eso también?

Wow, es inteligente. Buen contraataque.

Ruedo mis ojos porque mi nerviosismo me ha estado ganando últimamente, ya ni sé lo que digo. He quedado en vergüenza varias veces en un solo escenario frente a Darling, quizá comenzaba a auto humillarme.

—Sí, lo es. Lo que sucede, es que soy cliente de tu papá, pero mi tío está con él hablando justamente ahora sobre otras cosas. Así que, prácticamente, estoy esperando mi turno. Estoy siendo paciente.

—De acuerdo —asiente y termina de bajar el último escalón de las escaleras—. Entonces, tu mejor opción para esperar es fisgonear en mi casa. Ya veo.

Mi ceño se frunce, sintiéndome ofendido.

—No, yo hacía una obra de ayuda a quien acomodó aquí que, de hecho, lo hizo mal.

Rodea el sillón y queda al frente de mí, separándonos unos tres metros.

—Mi abuela arregló ahí antes de enfermar —me informa.

—Auch —digo por lo bajo, sabiendo que he metido la pata. 

—¿Algo más qué decir? —cuestiona, cruzándose de brazos.

—Para ser pequeña tienes un buen uso de las palabras —murmuro, siendo audible para sus oídos—. No es una ofensa, al contrario, cuando estés grande tendrás una de las mejores tácticas, las palabras suelen herir más.

Su frente se arruga y toma una bocana de aire.

—Eres alto... —indica, echándome una mirada de pies a cabeza. Sonrío sin despegar mis labios porque es algo que ya me he acostumbrado a oír a lo largo de mi vida —y tonto.

¿Bien? Eso no me lo esperaba, ¿desde cuándo comenzamos a agarrar confianza? Yo no he dicho nada malo, ni he actuado mal. Lo de su abuela no cuenta, eso le puede pasar a cualquiera y no es porque me esté justificando. Bueno, un poco. Solo un poco.

—Estás siendo agresiva —declaro.

—Te equivocas. —Mira hacia sus zapatos y hace un sonido con su boca—. Tú has sido quien fisgoneó en mi casa y luego atacó la forma en que se colocan las cosas aquí. Pide perdón.

—¿Qué? —Por primera vez en todo el día, suelto una carcajada llena de energía. Intento tranquilizarme y vuelvo a mirarla—. Agresiva y mandona. Tienes un genio insoportable, niñita. ¿Esa es la razón por la que Luca, tu hermano, te encerró en el baño de la clínica?

Recuerdo lo que su madre me dijo aquel día en la tienda. Yo igual tenía mis tácticas para atacar.

—¿Cómo sabes eso tú? —interroga, curiosa y confundida a la vez.

—Luca es un gran amigo mío —le miento, sonriéndole de oreja a oreja.

Ella infla sus mejillas y se queda mirando un punto inespecífico. Por un segundo creo haber ganado, aunque vuelve a mí.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon