Capítulo uno

Depuis le début
                                    

Nunca he ido a esas reuniones. Solo me encargo de dejarle todo listo. De hecho, llevo solo un mes trabajando en Golden Publishing Company y aún no conozco al director y accionista principal de la editorial. Solo sé su nombre: Daniel Gold.

>> No me mires así. Es tiempo de que esta empresa conozca a su mejor empleada.

— No creo que lo sea, pero su cumplido me halaga, señor —comento.

— Una vez me dijiste que este era el trabajo de tus sueños, Amy —mi jefe utiliza su encanto habitual para convencerme—. Si quieres avanzar y triunfar en este mundo, necesitas hacer relaciones. Ahora, me apoyarás en la junta, podrás comentar cuando hablemos sobre los manuscritos, ya que tú los has leído completamente. También ayudarás a la asistente de Daniel con las bebidas y los papeles.

— Por supuesto.

— Ah, otra cosa —vuelve a detener mi salida—. Quiero informarte que he entregado a Emma tu borrador. Y antes de que protestes —adivina mis intenciones—, quiero decirte que no lo hice por ser la mejor amiga de mi esposa. Lo leí y me pareció muy bueno.

— Pero…, ¿cómo? —Pregunto confusa. Me ha dejado sin palabras.

— Becca me prestó la copia que le diste. Me pareció muy buena, refrescante. Es algo nuevo y muy original. Así que decidí entregárselo a la editora de Romance. Ya ella decidirá si se publica o no. Pero, te aseguro que vale la pena. Eres buena, Amy. Deberías confiar más en ti misma.

Me quedo en silencio. Simplemente no sé qué decir. Cuando vivía en Venezuela, mandaba mis borradores a todas las editoriales. Sin embargo, nunca recibí respuesta. Con el tiempo, me convencí a mí misma de que no era buena, y dejé de enviar mis historias. Seguí escribiendo —escribir es algo que me apasiona y no podré dejar de hacerlo nunca—, pero ahora las historias eran solo para mí, o para mis amigos. Cuando Becca me pidió mi historia favorita, jamás pensé que se la entregaría a su esposo.

— Gracias, señor. Gracias por la oportunidad —logo decir finalmente.

— No me las des aún —le resta importancia al asunto—. Eso no significa que vaya a ser publicada. Pero tengo mucha fe. No soy fan de los dramas románticos, pero el tuyo me gustó mucho. Ahora, necesito ese presupuesto para la reunión. Así que…

Me hace una seña para que salga.

— Ya me pongo a ello —digo sonriéndole al salir de la oficina.

***

— Amy —me saluda alargando la A—. ¡Qué gusto tenerte por aquí! ¿En qué puedo ayudarte?

— Hola, Scott —saludo—. Necesito el presupuesto aprobado del proyecto Crying Wolf.

— Por supuesto. Por aquí lo tengo —dice mientras comienza a buscar en el montón de papeles sobre el escritorio.

— ¿Otra vez sin secretaria? —Indago.

— Me temo que sí —responde con una sonrisa, mientras continúa buscando—. Supongo que ninguna puede seguir el ritmo que tenemos en este departamento. Las finanzas son duras —dice encogiéndose de hombros—. Oh, aquí está.

Sacando una carpeta y posteriormente, me la entrega.

>> Amy, ¿qué haces esta noche? —Pregunta.

Volteo la mirada mentalmente. Scott nunca dejará de insistir. Desde que llegué a la editorial, ha intentado ligar conmigo. Siempre le he rechazado.
Scott Lewis es un hombre guapo; rubio, ojos pardos. Su constitución me indica que se ejercita. Puedo apreciar rasgos maduros; debe rondar los treinta y cinco años. Pero simplemente, no me atrae. Es como cuando vez a un actor guapo en la televisión. Te gusta verlo en las pelis, incluso disfrutas cuando se desnuda, pero no te atrae para liarte con él.

Seduciendo a mi JefeOù les histoires vivent. Découvrez maintenant