III

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Las lágrimas corrían como arroyos en las mejillas de Isaac, podía sentir su corazón golpear con fuerza su torso. Con ambas manos en su pecho, sostenía una pequeña nota con una terrible cursiva poco practicada, como si su alma se le fuera en ello.

Sus ojos.

Isaac odiaba sus ojos. Cada vez que se veía al espejo, maldecía a dios por darle aquellos ojos tan vacios, tan fríos, tan ilusos y tan parecidos a los de su padre.

Y llega Él. Y le dice que son especiales, que son totalmente diferentes a los de ése abusivo.

Y Isaac no puede contener su alivio, su felicidad, el nuevo gusto por sus ojos que comenzaba a crecer poco a poco.

Ahora, la persona que le devolvería la mirada al verse en el espejo ya no sería su padre, sería él mismo.

Sería Isaac. El Isaac que vale la pena, el Isaac que merece ser feliz.

Y todo por un impulsivo e inocente pedacito de papel.

Fué entonces cuando, por primera vez, se preguntó cómo se vería el muchacho de las notas. Y mientras imaginaba aquellas cosas tan triviales, se dió cuenta de que los ojos de ése chico, deberían ser tan puros y brillantes como el sol mismo.


"Voy a conocerle y demostrarle que tiene la razón."

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⏰ Last updated: Jun 01, 2020 ⏰

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