-Nunca me lo habría imaginado -dijo él alzando sus pulgares y limpiando el rostro de Annie. La castaña alzó sus manos e hizo lo mismo con el azabache. Se quedaron otro par de minutos en silencio.

-Lamento lo de Dobby -susurró Annie. Harry tomó una bocanada de aire.

-Lo sé.

Annie volvió a colocar los brazos sobre el cuello de Harry y mirar a aquellos ojos que creyó que no volvería a ver.

-Te amo, Harry.

-Te amo, Ann.

Unos toques en la puerta los hicieron mirar en aquella dirección. Draco estaba algo incómodo en el marco de esta sosteniendo una bandeja de comida. Miró a Harry. Este asintió y el rubio entró en la habitación, dejando la bandeja en la mesa de noche.

Cuando se volvió hacia la puerta, Harry habló.

-Draco, quédate, por favor.

El rubio dudó pero al final terminó cediendo. Annie lo miró con una débil sonrisa.

-Gracias.

El rubio negó.

-No hice nada, soy un maldito estúpido -dijo él tallándose el rostro- dejé que te torturaran y...

-No había otra opción, Draco. No podías arriesgarte a que te torturaran a ti también -dijo Annie- si no me hubieras sostenido...

-No lo digas -dijo apretando los ojos- hubiera preferido que me torturaran a mi que a ti.

-Pues yo no -sentenció Annie. Harry sintio un nudo en su garganta.

-¿Qué tan mal está? -susurró el rubio. Había perdido su máscara de frialdad y se notaba completamente destruido.

Annie se movió un poco y levantó la blusa que Hermione le había prestado.

Ahí en su piel, tallado como le había sucedido a Harry en quinto año, estaba aquella palabra que tantas veces le había repetido Bellatrix.

Bastarda.

Harry se sintió temblar de la ira que lo recorrió. Aquella maldita bruja habia tocado al amor de su vida.

-Harry, cálmate.. la habitación está temblando.

Era cierto. La magia de Harry se había descontrolado hasta el punto en el que comenzó a temblar levemente. El azabache se obligó a respirar hondo. Draco lo miraba bastante impresionado.

-Chicos.. Annie debe descansag -la voz suave de Fleur llenó la habitación. Harry asintió y le colocó un suave beso en la frente.

-Volveré más tarde -susurró. Annie asintió. Draco le dio un apretón a su mano y le sonrió débilmente, para después salir de la habitación.

En el pasillo, Harry y Draco se miraron, un tanto incómodos.

-Gracias por no dejarla sola -comenzó Harry. Draco dejó caer los hombros, abatido.

-Ella me dijo que no hiciera nada -suspiró para luego fruncir el ceño- además, creo que alguien me hizo un embrujo paralizante, no podía moverme.

Harry lo miró.

-Gracias, de nuevo.

Draco negó con cansancio y sonrió desganadamente.

-Ella se merece ser feliz.

...

-¿Qué es lo que pasa? -pregunta Annie mientras Harry la ayuda a caminar.

Annie y las Reliquias de la MuerteМесто, где живут истории. Откройте их для себя