II

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Las horas transcurrían tal cual los investigadores buscaban al culpable o a los culpables de los crímenes.
Arthur y Paul por otra parte se veían obligados a despojarse de sus atuendos, quemarlos para así desaparecer la evidencia, tal vez permanecer en casa hasta que pase la noche.
–Lo más probable es que nadie nos encuentre–Insistía Paul.
Una mueca de respulsión tornó el rostro de Arthur quién no dijo nada.

Mackagan y su equipo policial (conformado por oficiales e investigadores), buscaba pistas para que se pueda resolver este suceso.
–Hemos encontrado pisadas, precisamente de calzado masculino, son de tamaño promedio y se dirigen en dirección a los suburbios del pueblo (las pisadas, las pudieron encontrar debido a que uno de los atacantes había ensuciado de barro su calzado, el barro estaba en la entrada del circo, las lluvias en el pueblo eran constantes)–Exclamó uno de los investigadores–parece que también tenemos un pequeño cuchillo, presuntamente utilizado por el atacante.
–Perfecto, sigan esas pisadas y encuentren al sospechoso, mientras tanto, envíen ese pequeño objeto para que sea revisado y obtengamos más información.

*Al cabo de unos minutos, llegaron hasta un pequeño edificio de no más de tres pisos.*

Las sirenas bombardeaban los oídos de ambos sujetos, que discretamente se acercaron a la ventana para averiguar de qué se trataba y si era a ellos a quienes buscaban.
Sus dudas fueron resueltas, efectivamente buscaban a los culpables de los asesinatos.
¿Pero cómo los habían encontrado?, para sorpresa de ellos y como criminales inexpertos, habían dejado no solo los cadáveres allí, sino que también el arma ocupada para cometer los asesinatos.
Además debido a las lluvias constantes y el mal clima del pueblo, las manchas de barro que dejaron al descubierto su crimen eran evidentes, ninguno se dió cuenta de que por su inexperiencia y por su ignorancia habían dejado pistas para dar con su paradero.

Derrepente alguien llama a su puerta.....

–Abran la puerta, hemos encontrado pisadas desde la escena de un crímen, somos parte del departamento de policía local. Si no abren, nos veremos obligados a forzar la entrada.
El dueño del piso era Arthur, aquel lugar, constaba de dos ventanas: una trasera y otra a un costado del edificio.
Las ganas de desapacer del mundo aumentaban aún más dentro de la cabeza de cada uno de los cómplices de aquellos crímenes, para ambos quedarse allí sería lo peor que podrían hacer al igual que intentar huir por medio de la ventana a un costado del edificio.
No cesaron en su idea de huir, hasta que entre tanto, saltaron por la ventana. En el trayecto de esta hazaña, justo al tocar el tejado de la edificación próxima a la de ellos, por un mal cálculo, Paul se lástimó el tobillo.
Arthur intentó avanzar, cargando sobre sus hombros, el peso del cuerpo de Paul. Pero no lo consiguió, con lo que en un acto de cobardía y jurándole a su colega que volvería por él, Arthur lo abandonó, saltó hasta la acera y corrió lo más que pudo, finalmente tomó un taxi que pasaba por allí con destino a: “cualquier lugar para desaparecer de allí lo más rápido posible”.

Paul fue interrogado, pero no consiguieron nada más que su nombre, por esta razón (aunque suene medieval y un poco salvaje) fue torturado hasta que soltó todo lo que debía no decir.

Mientras tanto Arthur....

A varios kilómetros de el lugar de apresamiento de su compañero y amigo Paul, se encontraba este, con el alma en pedazos por haber dejado atrás a Paul. Las lágrimas brotaron de sus ojos, mientras corrían por sus mejillas, la intranquilidad lo consumía por dentro, no tenía nada para calmarse, tenía dos problemas: había asesinado a dos personas esa misma noche, y el otro problema aún mayor es que si Paul confesaba lo que habían hecho, que era lo más probable, ambos estarían en problemas aún más grandes.
–Desearía nunca haber salido esta noche, nunca haber asesinado a aquellas personas.

Humo negro se presentó ante él, un inmenso e insoportable olor a azufre emanaba de el suelo.
Arthur, estremecido trataba de divisar algo entre todo ese humerío absurdo que apareció de la nada ante él, no alcanzaba a ver nada, hasta que unos segundos después, el humo desapareció, y en su lugar apareció un sujeto alto, de aspecto demoníaco, rostro de perversión y maldad.
Que le dijo a Arthur con una voz un tanto estremecedora:
–Veo que tienes problemas, pequeño pecador, no sería molestia ayudarte–Arthur con temor y casi a punto de salir corriendo de allí, disimuló una inmensa alegría y haciendo creer a aquel desconocido que sería la llave para abrir la puerta hacia su libertad y la de su amigo lo interrumpió: –En serio, ¿cómo puedes ayudarme, oh, señor ¿debería ceder a lo que me dices?
El desconocido, estaba furioso: –Déjame terminar de hablar–refunfuñó–Los humanos, seres que no tienen la más remota idea de lo que hacen hasta que aparecen las consecuencias. A propósito, no me digas señor, yo no creo en eso, aparte nadie me llama de ese modo, para todos soy Tolle, y solo aparezco en las noche oscuras y tenebrosas de Halloween, solo ayudo a los desafortunados como tú, pero como sabes, todo tiene un precio.
Arthur empalecido, respondió: –¿Cuál es el precio?
–Solo tienes que morir.
–¿Qué?!, así no más, ¿tengo que morir, solo porque me lo digas tú?
–Así es, yo podría acabar contigo, pero antes debes firmar este contrato, a cambio de tu alma, yo te daré poder para acabar con los obstáculos que se te presenten, pero a cambio deberás servirme. Y por último déjame decirte que fue un error interpretarme a mí, pequeño gusano, no hay que tomar el rol de alguien más.

Arthur decide firmar el contrato para no tener que ir a prisión y salvar a su compañero, pero, como dijo Tolle: Los humanos no tienen la más remota idea de lo que hacen hasta que se presentan las consecuencias.
Arthur fallece y en su lugar queda su alma atrapada en un pequeño frasco de cristal en el bolsillo de Tolle, quien lo libera para que cumpla su cometido, pero solo podrá hacer eso, de ahora en adelante y después de ese momento, Arthur deja de ser el mismo para convertirse en Ifrit: el demonio de cristal, sirviente de Tolle, el demonio de el pueblo de Holstein.

Volando con sus alas cristalinas, llega a el lugar donde tenían a Paul, asesina a todos los que se encontraban dentro, menos a Paul, (claro está), lo libera, este con una expresión de miedo y asombro, solo alcanza a huir del lugar sin advertir que aquel sujeto delante de él, era su ex-amigo Arthur.

Epílogo

Arthur ahora conocido como Ifrit, le servía a Tolle solo como una herramienta más para toda la eternidad, nunca volvió a ser lo mismo, Paúl se llenó de tanto odio y rencor hacia Arthur, que juraba que si lo volvía a ver, le prendería fuego sin pensarlo dos veces.
Paul nunca fue atrapado por la policía y nunca se volvió a abrir el caso.
Solo surgieron rumores de que Tolle habría aparecido en el pueblo pero nunca lo confirmaron.

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⏰ Last updated: Jun 04, 2020 ⏰

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Halloween De 1987Where stories live. Discover now