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Probablemente fue lo peor que hizo ese día, sus sentimientos se encontraban tan confundidos que al ver todos los regalos perfectamente amontonados le dieron ganas de llorar como si no hubiese un mañana. Cerraron todas las puertas, cortinas y ventanas cuando estuvieron dentro para finalmente sentarse en el sofá.

-¿Quieres abrirlos? -preguntó Gilbert luego de consolar el llanto de la chica por varios minutos.

-¿Los regalos?

Asintió.

-Mi familia está a unos metros de nosotros, están muertos, ni siquiera me pude despedir de ellos y ahora quieres tú que abra unos tontos regalos que no sirven de nada porque estamos viviendo un puto apocalipsis ¿Que ocurre contigo?

-Es una estupidez -murmuró-, lo lamento, pensé que te haría sentir mejor.

Después de un minuto pensó en que de verdad había sido algo cruel con alguien que no quería hacerle sentir mal, así que con cada parte de su cuerpo temblando tomó el primer paquete, delgado, envuelto en un papel estampado de hadas y flores.

-Sabía que lo era -susurró sosteniendo el vinilo en sus blancas manos.

-«Revolver» -mencionó él cuando finalmente lo abrió-. También me gustan Los Beatles.

-¿Quieres escuchar? -preguntó ella viéndo el reflejo en sus brillantes ojos color avellana.

Cuando asintió, Anne lo guió a su habitación, sacó el disco y lo colocó con delicadeza en la vitrola, supo posar la aguja en el lugar exacto, fue entonces donde sintió sus sentimientos encontrados y le tomó sentido a aquella canción que tanto le gustaba cuando escuchó la clara voz de Paul McCartney.

«Ah, look at all the lonely people
Ah, look at all the lonely people»

-Nunca te pregunté por tu apellido, Gilbert -dijo sin mirarlo-. Que tonta soy, prácticamente salvaste mi vida y no supe de la tuya.

-Blythe -respondió-. No te preocupes por eso, tampoco sé el tuyo.

-Shirley -extendió su mano-. Anne Shiley-Cuthbert.

Él también extendió la suya.

-Gilbert Blythe -sonrió-. Mucho gusto.

-¿Puedes dormir aquí hoy? -la chica se levantó cuando las últimas notas de la canción sonaron, empezó a negar con la cabeza-. ¿De qué hablo? Tus padres deben estar preocupados por ti, ve con ellos -dijo con una voz esperanzadora.

-Soy huérfano -respondió mirando al suelo con melancolía-. Mis padres murieron hace tres meses, accidente automovilístico. Mi única familia vive en Canadá.

-Lo siento mucho -sonaba apenada.

-No te preocupes.

-Siendo así, quisiera pedirte que te quedes, ya que... -le costaba decirlo, aceptarlo- yo también lo soy ahora, yo también estoy sola. Hay mantas en el armario, buscaré una pijama de Matthew y mañana puedes ir a tu casa por ropa para que te instales, si así deseas.

Sí, era prácticamente un extraño, pero Anne no podía pensar con claridad para ese entonces. Su mente era un tornado.

-Gracias, gracias por ser tan buena conmigo -se levantó, ella le mostró la habitación y este se acomodó.

Anne caminó a paso lento en dirección a la suya, la madera del suelo crujía con cada pequeño paso que daba. Aún tenía mucho miedo. Tanto para querer regresar corriendo a la sala o al lugar en que el muchacho se había instalado, pero ya estaba en la puerta... ya no había otra cosa que hacer. Se recostó pensando en ellos; en las veces que habían ido al cine, en los momentos junto a Matthew, los regaños de Marilla, los chistes de Jerry. Tantas cosas que hacían que su corazón se sintiese mal... tan mal. Lo pensó tres veces antes de hacerlo, pero cuando finalmente salió de sus labios no pudo controlarlo.

-¡Gilbert!


Por el pasillo pintado de blanco logró sentir los pasos apresurados del chico, cuando tocó la puerta su rostro se puso tan rojo que de no haber sido porque claramente tenía que quitarle el seguro para abrirla, se hubiese escondido bajo sus sábanas por siempre.

-¿Anne?

Lo siguiente que dijo sonó tan mal y tan bajo que pensó si era mejor quedarse callada o repetirlo cuando se lo pidió.

-¿Te gustaría dormir aquí esta noche?

Su mirada de impacto lo dijo todo, ahora iba a pensar que ella era una regalada. Nunca se había visto en aquella situación, nunca esperó decirlo..

-Por supuesto, Anne -se acostó a su lado dejando quince centímetros de espacio entre ambos.


「𝐑𝐚𝐢𝐧 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Where stories live. Discover now