Uno

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Se observa en el espejo una vez más. ¿Por qué no podre ser como ellas? Se pregunta por milésima vez. Porque eres gorda. Le responde aquella voz ya familiar para ella.

Su estomago gruñe. Tiene hambre, pero la nueva dieta que está haciendo no le permite comer nada por 10 días. Ella espera a que funcione, al igual que hiso con las demás.

Estruja la grasa que cuelga de su estomago con sus dedos y cierra los ojos. Los recientes cortes le cuecen.

De repente recuerda su nombre, su voz, sus ojos, labios, sus insultos y sonrisas burlonas… Pero aun así, para los ojos de aquella chica él es perfecto.

Al bajar las escaleras, su madre la regaña por levantarse tarde. Otra vez no desayunara. Ella la tranquiliza diciéndole que comerá algo en el camino, pero sabe que esa es otra mentira más.

Cuelga su mochila en sus huesudos y débiles hombros, aunque para sus ojos robustos y llenos de calorías extras. Se despide de sus padres y calzándose los audífonos, sale camino a clases.

Observa los pájaros en la copa de los arboles, con la esperanza de algún día poder ser libre como aquellos animales.

“King For A Day” suena en su punto máximo en sus oídos, su cabeza se mueve débilmente y de sus labios sale un pequeño tarareo.

De su boca salen pequeños jadeos, ya no tiene fuerzas para mantenerse en pie por más de 20 minutos, pero ella no se da cuenta. Ella solo quiere ser hermosa.

Cuando llega a su destino, tiene que apoyarse unos segundos en los fríos edificios y regular su respiración. Su cuerpo le pide a gritos un poco de comida. Pero no debe. No debe darse por vencida en el día 8.

Camina por los pasillos con la vista en la punta de sus desgastadas Vans, escuchando la melodiosa voz de Kellin Quinn. Llega a su casillero y lo abre para hacer el intercambio de libros. Alguien la empuja por detrás, pero ella hace caso omiso. Cuando ha terminado, cierra la caja metálica y se da la vuelta para comenzar a caminar hacia el salón 203. En el camino se encuentra con un grupo de chicas vendiendo cupcakes navideños, su estomago gruñe. Sus dedos viajan hacia la parte trasera de sus jeans donde sabe que allí hay 10 dólares de la semana pasada. Sus dedos rozan el pequeño billete, y por el rabillo del ojo ve a Taylor Caniff. Su respiración se agita. Aprieta sus dientes, sus dedos automáticamente se alejan de su dinero y llegan a sus estomago donde tiene escrita la promesa que hiso con “Ana & Mía”. “Si no como, no engordo”. Cierra los ojos, suspira y al abrirlos, sigue con su camino hacia el salón. Hoy no se rendirá, no lo hará.

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Primer capitulo. ¿Les gusto? Comenten y denme su opinion, ya que es muy importante para mí. 

Breathe Me - Taylor Caniff y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora