—Solo quiero saber, tiene los ojos rojos, ¿Soy el único que lo nota?

—No es nada —interrumpió la ojiazul. Al escucharla, Diego se recompuso en su lugar —Pero, gracias.

No hubo alguna otra interacción, nada más que el chocar de los cubiertos con la porcelana y, al terminar, las sillas siendo arrastradas para que cada uno pudiera finalmente retirarse, después de que Reginald lo indicará. Aunque claro, para el hombre del monóculo no paso desapercibida la presencia de su hija, que tan pronto noto estaba a punto de retirarse también, la detuvo.

—¿Qué sucede, papá? —inquirió, aclarando su garganta con suavidad después.

—Es lo mismo que me he estado preguntando, ocho —ella lo miro confundida, inclinando ligeramente su cabeza para observarlo —Quizá tú podrías decírmelo.

—Tal vez podría ser más claro —sugirió, Reginald se recompuso, frente a la biblioteca, observando de reojo como el cuerpo tenso de la ojiazul actuaba inconscientemente.

—Te has perdido del almuerzo, llegado tarde a la cena y, permíteme decirte, que no te ves completamente... Estable —ella desvió la mirada, aunque no sintiera la de su padre sobre el —Supongo que la ausencia de Cinco sigue haciendo efecto en ti.

—Por supuesto, su ausencia siempre nos afectará, como lo hace la de Ben... Al menos con el puedo tener un poco de esperanza de volverlo a ver.

—No, querrás mentir mencionando a Ben pero incluso un ciego podría notar que la cercanía entre cinco y tú... Jamás podría compararse.

—¿Qué?

—Se todo lo que sucede en esta casa —esta vez, si se atrevió a observarla directamente, haciéndola encogerse en su lugar —Detalles como esos no ocurrirían sin que yo lo supiera.

Trago saliva, notoriamente nerviosa. Estaba mal, estaba terriblemente mal.

Cinco era su hermano, aunque no biológico, sin embargo jamás había podido verlo como uno.

—Yo... Papá, yo no tuve intención alguna de...

—No es necesario —la interrumpió, sus brazos se encontraban entrelazados detrás de su espalda —Los seres vivos no podemos controlar las emociones que se manifiestan en nuestro interior, y el ser humano es mucho más complejo... La consciencia no es algo controlable, no del todo.

—Hablas del ser humano como si fueras ajeno a todo aquello —su padre no la miraba.

—Cuando los ves como un ser de estudio, a veces te encuentras ajeno a todo aquello. A veces, incluso tu misma eres tu propio ser de estudio.

—¿Y debería sentirme ajena a mi especie por eso?

Sir Reginald se mantuvo callado, por apenas un cúmulo de segundos antes de que sus ojos se dirigieran a la castaña, como si un sin fin de pensamientos quisieran salir por su boca pero ninguno de ellos pudiera hacerlo, y así se mantuvo, inmóvil e impredecible.

—Ya es tarde, debes dormir —la desconcertó, que la respuesta no estuviera ahí y que todo lo que había obtenido se trataba únicamente de una orden más.

—¿No habrá respuesta? —cuestiono, Reginald trago saliva, negando ligeramente.

—No creo que la respuesta adecuada deba dartela yo —resignada, y algo decepcionada, asintió. Girando en su propio eje para salir de ahí —Y, ocho —se detuvo, observandolo —Deberías tener cuidado.

—Siempre lo tengo.

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¹ 𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘 | cinco hargreeves (reescribiendo)Where stories live. Discover now