4: Kiwi, tiny kitty

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Era septiembre, y el clima seguía caluroso. No había casi nada de viento, lo que hacía que respirar fuera un poco tedioso; el aire parecía pesar toneladas en los pulmones. Louis se quejaba a menudo de ello cuando se despertaba por la noche, sudando y respirando pesadamente. Para ser completamente honesto, los dos cachorros que llevaba en su vientre, probablemente, eran causa de ello.

Ambos estaban sanos y casi siempre aplastando su vejiga o pulmones, pero el omega no se quejaba demasiado, sabiendo que sus bebés necesitaban espacio para crecer - Louis tenía seis meses de embarazo y parecía estar al término de este, aunque sus cachorros no habían terminado de desarrollarse aún y seguían pequeños.

Pero todo estaba bien, en general. Milo, Gabriel y Valentín eran los cachorros más felices, siempre queriendo dormir con su mami, acurrucados a su lado, a pesar del insesante calor. También habían tomado el nuevo hábito de jugar con el cabello de Louis, siempre cepillando las mechas suaves, poniéndole cintas y pinzas para el cabello. Harry no podía contar las veces que había vuelto a casa con su omega cuyo cabello estaba recogido en la parte superior de su cabeza. Su compañero siempre quería esperarlo, incluso cuando Harry trabajaba hasta tarde y la mayoría de las veces, el alfa lo encontraba durmiendo tiernamente, sujetando su enorme vientre.

Ese día, Harry había decidido ir a la casa de la manada, temprano. El sol no se pondría hasta en un par de horas, así que tendría tiempo para pasar junto a su familia. Caminando con constancia, estaba ansioso por volver a casa pero aún así saludo a los miembros de la manada que encontró en su camino de regreso. Cuánto más se acercaba a su familia, más rápido se volvía su caminata, pero algo de repente llamó su atención.

Un maullido se escuchaba desde la estrecha calle por la que acababa de pasar. Sonaba alto y lastimero, y no importaba cuanto quisiera ir con Louis y sus cachorros, Harry no era de los que ignoraban a un animal en apuros. De inmediato, retrocedió unos pasos y entró en el pequeño callejón. El suelo estaba lleno de basura y el alfa líder de la manada, se apretó la nariz; mientras más cerca estaba de los contenedores alineados, más insoportable se volvía el olor y el animal, probablemente herido, seguía maullando. El alfa tenía la nariz llena de aquel olor putrefacto que no podía oler al animal. Sólo podía confiar en su oído, decidió acercarse al conenedor más alejado de él. Con cuidado, levantó la tapa del basurero sólo para encontrarlo casi lleno. Los maullidos se hicieron más fuertes, y Harry supo que acertó. En la parte superior de la pila, había una bolsa de plástico en el cual solo una pequeña cantidad de aire podía entrar. La bolsa seguía retorciéndose, el sonido provenía de aquella pequeña bolsa de plástico, Harry la tomó fácilmente en sus manos. Con destreza, la desató lo más rápido que pudo para liberar a la criatura que estaba atrapada ahí. Su acción reveló un pequeño gatito negro, que dejó de maullar pero no salió de su prisión.

"Vamos gatito, ahora eres libre". El alfa susurró en voz baja.

Pero el gatito no se movió, y Harry se preocupó. ¿Alguien habría lastimado al pequeño animal? por lo que pudo ver, todo parecía estar bien aunque su largo y oscuro pelaje estaba depeneido y un poco corto en algunas partes.

Todavía estaba horrorizado ante el pensamiento de que un miembro de su manada haya sido tan cruel como para querer tratar de asfixiar a un gatito de esta manera. El alfa hizo una nota mental para encontrar al culpable de tal acto.

"No te preocupes pequeño, no voy a lastimarte".

Al sonido de su voz, el gato se sacudió ligeramente con nerviosismo pero permaneció a sus pies.

𝒍𝒊𝒍 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒚 » larryWhere stories live. Discover now