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Llorar era algo que acostumbrada a hacer sola, era un momento personal en el que me liberaba por un par de minutos de toda esa opresión y la carga emocional que llevaba conmigo. Pero ese día junto a Taylor, fue la primera vez que alguien me hizo sentir que estaba sintiendo escuchada y consolado... Eso no lo olvidaría.

Tuve que dejar su apartamento rápido, sus padres llegarían pronto y tenía que hacer su equipaje. Yo no sabía cómo sentirme sabiendo que se iría, era poco tiempo, ya me había despedido de personas más importantes, si embargo tenerlo lejos no me resultaba una idea atractiva, si no todo lo contrario. Por eso mientras me marchaba con Angelo en la camioneta, y observaba por última vez en medio de la lluvia aquel edificio en donde Taylor vivía, suspiré sabiendo que tenía unos duros y largos días por delante.

Y así sucedió, tal y como lo pensé tan solo tres días después de la partida de Taylor yo estaba sumergida en un estado trágico. Quise evitar eso, pero como lo hacía? No tenía ni la menor de como alguien podía alejar la pesadez de su pecho, o la inquietud desesperante de su cuerpo. Me estaba sintiendo ansiosa y preocupada, no entendía el motivo exacto, era como si me estuviera torturando de manera involuntaria, sufríendo por inercia ya que era el sentimiento más conocido para mi. Y aunque podía manejar eso, o pretender que lo hacia, cayendo en ese estado de letargo miserable y vulnerable en el que me refugiaba, cada vez que la vida tocaba a mi puerta para decirme "sigo aquí y no puedes evitarme o esconderte de mi". Eso retumbaba en mi cabeza con fuerza haciéndome cuestionar todo. Pero mientras intentaba dejar de pensar, lo único que parecía apaciguar mi mente eran los cigarrillos que bailaban sin descanso entre mis dedos y se deshacían en mi labios. Uno tras a otro, y otro... Y uno más cada minuto. Estaba volviendo caer, pero más profundo que antes... Yo sabía que lo haría, solo me había faltado un detonante, esa piedra en el camino que me lanzaría directo al hueco la miseria.

A pesar de haber estado intercambiando mensajes de texto con taylor no logré mejorar mi ánimo, no estaba completamente cómoda con esa conversaciones aunque él hacía su mejor intento por que habláramos de muchos temas, eso me hizo sentir culpa cuando dejé de responder... Y apague el teléfono para evitar atender llamadas.

Habia dejado hacer varias cosas, entre esas ducharme, el día anterior no lo había hecho y en lo que iba de ese tampoco. Comer aveces era algo que olvidaba hacer y por lo cual Angelo exigió entrar a mi apartamento para "obligarme" a comer. Así que lo esperaba en el sofá intentando desviar la vista de la cajetilla que estaba sobre la mesa de centro.

- Buenos días - la voz de Angelo hizo eco por todo el lugar, llenando ese abrumador silencio que en ocasiones se burlaba de mí en las noches y me vigilaba durante el día asechando y observando

- buenos días - respondí girando el rostro para mirar al hombre de traje que caminaba sobre amplio piso que daba la impresión ser de madera, con una bolsa de comida en su mano izquierda, y una bandeja con bebidas en su mano derecha.

Angelo se sentó en el largo sofá de en frente, poniendo todo sobre la mesa de centro mientras me observaba con discreción.

- coma por favor - pidió señalando las bolsas, acto seguido me incline asía adelante. Aún sentada con las piernas recogidas sobre el sobre sofá, con la mitad de ellas bajo mi cuerpo y un cojín sobre mi regazo. Estire mi mano derecha que estaba medio cubierta por la larga manga de mi bata, una de color crema bastante suave y esponjosa. Tomé el primer vaso que pude y debí de el, era té, caliente y delicioso. Ardió por mi garganta y lleno en vacío en mi estómago que dolió levemente ante la llegada de comida después de tanto tiempo - el señor Vicenzo desea verla - Angelo volvió a hablar captando mi atención, así que sujete el vaso con mis dos manos sobre el cogin procurando no dejarlo caer - ya no tolera mis excusas por su ausencia

SUNSHINE (COMPLETA) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora