Parte sin título 9

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Y él le pregunto al oído: mi amor ¿Dónde estabas?

durante todo el tiempo, que yo tanto te busqué

Ella le contesto: lo siento es que estuve ocupada

aunque para serte sincera, ahora no entiendo en qué.

La noche se hizo día, pero no se fue la luna,

se quedó a verlos apoyada en el hombro del sol.

Alúmbrales con fuerza brilla todo el día.

y cuando llegue la noche yo, sellare su pasión.

Dos extraños bailando bajo la luna,

se convierten en amantes al compás,

de esa extraña melodía, que algunos llaman destino;

y otros prefieren llamar casualidad.

Melendit ft Ha*Ash

Un silencio se pronunció en la alcoba, sus rostros se acercaron más. Terry tomo entre sus grandes manos, el pequeño rostro de la pecosa. Candy miro como en los ojos azules de Terry, saltaba una chispa que los hacían brillar más.

Por instinto ella ladeo su rostro, permitiendo que ese hermoso chico inglés, que años atrás le había robado el corazón; tomara posesión de sus dulces y carnosos labios. El calor que sus cuerpos sentían era re confortable. Terry se levantó con Candy en brazos y salieron de la alcoba.

Sus miradas, delataban el gran amor que aún existía en sus corazon y las ansias; que tenían ambos por juntar sus cuerpos y entregarse sus almas en la cima del cielo. El castaño, no dejaba de besar a la rubia. Ella se dejó perder, haciendo a un lado todo pudor y su razón, esta vez solo escucho su corazón.

Entraron a la habitación contigua, sus cuerpos se entregaron suave y delicadamente. Si se pudiera describir metafóricamente esa noche, sería como si dos almas chocaran entre sí; sacando chispas y creando fuego ardiente. Ella sintió alcanzar la gloria. Para él, fue como tener la blanca y pura luna entre sus manos.

A la mañana siguiente. Terry se despertó algo tarde, casi al medio día. Por la fuerte nevada, se había suspendido todo tipo de labores. Sentia un aroma delicioso, emanaba de sus manos, de su cuerpo, se había impregnado de ella; de su rubia tarzán pecosa.

Se levantó de la cama aun adormilado, al salir de la habitación, sintió el olor a hogar. Se condujo a donde una tierna vocecita cantaba acompañando a la de su pecosa: Tortitas, tortitas, tortitas de maíz. Con mucha azúcar blanca y granitos de anís

Terry miraba ese tierno momento; Candy tomaba de las manos a Devén y al ritmo de la melodía que cantaban, él bebe daba sus primeros pasos. Terry con la mirada empañada por sus lágrimas, miraba lo que él jamás pensó posible. Su hijo al parecer, podría llevar una vida normal a su manera.

- ¿Que hacen pecosa? – pregunto Terry, en cuanto su sentimiento se había reajustado y sus ojos, ya no estaban húmedos

- ¡Mira, Terry! él bebe camina y habla – contesto Candy muy entusiasmada – ¡bueno, camina con ayuda! Y sus palabritas son cortadas. Pero te aseguro, que en un par de semana lo hará solo y mejor.

Para mi Amiga MienaWhere stories live. Discover now