capitulo uno

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Siempre me queda

La voz suave del mar

Volver a respirar,

La lluvia que caerá sobre

Este cuerpo y mojara

La flor que crece en mí

Y volveré a reír

Y cada día un instante

Volveré a pensar en ti

B.B

¿Miena? Si bueno ella es una perrita san Bernardo, llena de carisma y fiel a su dueño. Del cual espera impaciente su regreso, acostada en el porto de finca que resguardaba con bravía. Era tan grande el amor por su amo que no importo si hacia frió o calor, tampoco le importo que las hojas de los arboles cayeran anunciando la llegada del otoño.

Ella solo quería estar con su amigo, ese amigo que nunca le reprocho nada, ni le echó en cara el gran cariño que sentía por ella. Mucho menos le dijo: ¡que por él comía! y tenía que desquitar su estadía. Ese amigo solo la hizo partícipe sus mejores momentos.

Ese amigo que se ganó el corazón de Miena, tan solo con llenarla de amor y pasar su tiempo libre a lado de ella. Disfrutando de las pequeñas y simple cosa de la vida, pero que los unían mas uno del otro.

Porque eso es la amistad. No se mide, ni se pesa, no se da a cuenta gotas, no es mezquina y tampoco chantajista, no es ruda y mucho menos cruel; en la amistad no hay competencias. No se busca adquirir una ventaja de ella. Por eso yo encontré en mis pensamientos, que el amor que te otorga un animalito es sagrado; pues ni tú, ni él pedirán pago alguno.

Miena, es una perita que su corazón guarda el luto de su primer amor. Su amo, ese ser humano que protegió y cuido de ella, hasta el final sus pensamientos fueron para ella. La encomendó a la vida para que fuese acogida por una buena familia y llevada a un hogar, lleno de amor y tranquilidad.

Y así llego al hogar de pony, llevada por esa pequeña luz llena de pecas. Alguna vez alguien muy importante dijo "el hogar de pony llega a ti de la manera más inesperada. Ella te busca y te brinda un verdadero calor en tu corazón".

En el hogar de pony encontraras grandes amigos. Ellos pueden pasar a ser parte de tu familia, no de sangre, pero sí de corazón.

Primero de agosto de 1920

Candy, se encontraba recostada sobre la húmeda yerba que rodeaba el padre árbol. A su lado se encontraba Miena, la cual inquieta por naturaleza no dejaba de girarse y restregarse contra el pasto húmedo.

- ¿Qué será de el Miena? Candy sabía, que Miena jamás la juzgaría por pensar en ese chico. Así que mientras se encontraban en sus lindas tardes de soledad, la chica permitía que sus mejillas se humedecieran por las lágrimas de los recuerdos

- ¡Candy! – fue el grito de llamado que la señorita pony daba a su pequeña – ¡Candy te buscan! ¡vamos baja! ¡no hagas esperar!

- ¡Ahora bajo! – se apresuró a contestar la joven mientras secaba sus lágrimas. [¿quién me buscara? ¡tal vez alguien necesite asistencia médica!] Esos pensamientos la acompañaban, mientras bajaba a toda prisa por la colina. Ya estando algo cercana a su madre, le pregunto con voz agitada – ¿quién me busca? ¿alguna emergencia?

Para mi Amiga MienaWhere stories live. Discover now