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Todavía estoy terriblemente sorprendida de que mi hermano estuvo con mi enemiga número uno, Barbara.  ¿Qué no había más chicas?  Cojones, Bryan es un vendido. 

Las ganas que me dan es de vaciarle las pelotas ésas feas que deben de estar pareciendose a las de mi abuelito, el boludo.

— Dana, no sabes de todo lo que te perdiste esta semana.  Los chicos no paraban de hablar de tú gran hazaña y las chicas decían que jamás se meterían contigo.  Felipe todavía esta consolando a Priscila aunque la marca de tu zapato barato se le fue — decía Laura enumerando cada uno de los acontecimientos.

Me siento súper poderosa.  Ya quisiera tener poderes para aniquilar a varios idiotas de esté planeta.

— Eso es para que aprendan que con Danatella no se metan — dije mientras miraba mi amiga.  Quería darmelas de diva un rato, pero el momento me duro poco porque me choque con la puerta de un casillero.

— CARAJO. ¿QUÉ NO ME VISTES PASANDO? — exclame mirando al chico come libro.  Tenía el pelo abierto como un mismo libro sostenido por mucho gel.  Llevaba unos lentes más grande que sus orejas, sus dientes llevaban frenos y el pantalón azul oscuro un poco más se lo trepaba al  cuello.

Pobre chico.  ¿No se vio en el espejo antes de salir?

El rubito se puso pálido y temblo como una hoja.  Lucía tan tierno así tan asustado.  Voy a asustarlo un momento. 

— Perdón no te vi — respondió apretando sus libros contra su pecho.

Me le acerque.  — A mí no me importa que no me hayas visto.  Me debes el golpe y pagaras por ello — sisee pegandome a su rostro.  Los labios del chico temblaron.

Tan bello, me tiene miedo.

— Solo tengo diez dolares...

— Quiero cincuenta para las doce...ni un minuto más. — Lo agarre de la camisa y ya cuando estaba a punto de llorar solte una sonora carcajada.

— No seas tonto estoy bromeando. Disculpa la broma es que tú cara de miedo me cautivo.

***********

—  Francia es el lugar más precioso que puede haber en el mundo.  Por algo le llaman la ciudad del amor.  Quiero que hagan una investigación exhaustiva sobre Francia y que lo expongan oralmente dentro de un mes.  Yo asigno las parejas — dijo la profesora de historia francesa después que se canso de hablar de su magnífico viaje por París. 

Tenia que ser tan infeliz para restregarnos que tiene dinero para viajar. 

El dinero no compra la felicidad.  Parezco filósofa caramba.

Laura me observaba desde el otro extremo del salón intentando de decirme algo que no lograba entender. ¿Qué carajo me querrá decir? Puede ser un chisme porque Laura es mega chismosa.  A mí no me gusta el chisme, pero me entretiene.

¿A quién no le entretiene? No mientan que mentir es pecado.

Mis compañeros se levantaron para ver el papel que la profesora coloco en la pared para ver con cual pareja nos había tocado.  Cruzaba mis dedos para que fuera Laura porque los demás, no es que sean malos, pero no hablamos mucho.

Cada cual en lo suyo.

Miré el papel. ¿Quién carajo es Arturo Cengotita? Yo nunca he escuchado ése nombre.  ¿Será nuevo?

— Me complazco mucho en que seamos compañeros. — Ésa voz en mi espalda hizo que congelara mi media sonrisa que no duro mucho.

¿Enserio?  ¡El nerd! ¿Por qué a mí?  Solo espero que no sea tan tonto como muchos de los que he conocido porque juro por las tetas de mi difunta abuela que lo lanzo del último piso del colegio.

¿Sin suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora