No Estoy Enfermo, Estoy Enamorado ★ Jotaro X Reader [CANCELADO Y REESCRIBIENDO]

☆-Capítulo 17 |十七

  Jotaro había llegado a su hogar con una sonrisa, lo cuál su madre vio, para ella, era inusual, dejó de sacar la ropa colgada y acudió a su lado de inmediato.

  —¿Cómo se fue en la escuela que llegas tarde, hijo, y que te veo con esa sonrisa?—, le preguntó con su típica voz alegre.—.

  El azabache borró su sonrisa rápidamente por agarrale por sorpresa, no quería generar más preguntas.

  —Nada.—, y así siguió su camino, evitandola y tapándose la cara con su gorra.—.

  —Uy~ ¡Jotaro! ¡Esa es la misma reacción que tuviste cuando eras niño con aquella compañera! —Le molestó con aquello, viendo como su hijo apuraba su paso para entrar luego de escucharla.—.

  —¡No tengas una idea errónea mujer!—, le gritó, y así entrando con una sensación de vergüenza que no había sentido en un tiempo.—.

  —Ay, mi niño se está volviendo a enamorar..—, suspiró la mujer, volviendo a lo que estaba haciendo.— Me pregunto quién es la afortunada.. Espero que sea la dulce Malattia..—.

  Jotaro pasó ignorando a todos, viendo a Caesar de reojo y solo levantando la mano como saludando mientras el viejo reía entre dientes al ver que no había cambiado nada, y el adolescente se encerró en su cuarto mientras gritaba internamente.

  —¿Ora?—, apareció su Stand de la nada, preocupado.—.

  —¿Qué?—, habló el azabache hacía el humanoide.—.

  —Ora.—, el morado se aproximó al bolso de Jotaro, abriéndolo y sacando un papel que estaba entre medio, entregándoselo a su usuario.—.

  Jotaro estaba algo confundido, pero al ver el contenido del papel su confusión evolucionó a confusión².

  Parecía una carta, pero el kanji no era legible, Star lo había "escrito" y se mostraba orgulloso de aquello, el piel acanelada no entendía nada.

  —¡Ora ora!—, exclamó el Stand, el azabache no sabía como podía entenderlo, pero se mostró sorprendido cuando le contó el contenido de la carta.—.

  —¿Qué es una invitación a salir? ¿Estás bromeando?—.

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  ____ estornudó.

  —Chale, ¿Te resfriaste?—, bromeó la castaña.—.

  —No seas imbécil, sabes que no me puedo enfermar.. ¡¿Y que haces en mi cuarto!?—, le tiró una almohada, Chiara se fue antes de que le golpeara, riéndose de forma maliciosa, no quería saber que pendejada hizo.—.