17.

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will byers escribió la séptima carta a mike, asegurándose de pegar la estampilla en el lugar correcto y dejándola sobre la repisa para enviarla al día siguiente.

la primera noche de invierno, will byers tragó saliva con fuerza y deseó que se detuviera el tiempo.

pero no pasó.

los meses pasaron más rápido, uno frente a otro, como imágenes reproduciéndose sin pausa frente a sus ojos.
y lo único que ocasionalmente se detenía, era su corazón cuando salía corriendo hacia el buzón después de mirar al cartero llegar a través de la ventana.

revisaba el buzón todos los días, regresando a casa con las manos vacías y su cabeza funcionando a toda velocidad para pensar en una razón que pudiese mantenerle la mente tranquila.

porque tal vez las cartas no llegaban aún, o quizás mike sólo estaba ocupado.

pero ya habían pasado cuatro meses. quizás cinco. y ya le había enviado a mike al menos unas veintiséis cartas.

y pasaron unos días más. quizás un mes, o quizás menos. pasando esta vez con una lentitud casi tortuosa. aburridos. agotadores.

y conforme continuaba cayendo la nieve detrás de la ventana, sentía su corazón romperse. congelarse. cada día un poco más.

una semana después, se decidió finalmente a correr la cortina y dejar de esperar a que llegara el cartero.

will se dio por vencido en la carta número treinta y seis. nunca encontró una carta de mike en su buzón.

•••

mike wheeler sentía que el invierno se pasaba volando. probablemente porque lo que hacía la mayor parte del día era beber, dormir, y pasar el mayor tiempo posible sin poner un pie fuera de su habitación.

a penas había pasado un mes desde la primera noche de invierno, y mike sólo rezaba para que su familia no pudiese darse cuenta que desde ese día no había pasado ni una semana estando completamente sobrio.

se mantenía despierto durante casi toda la noche, bebiendo la mayor cantidad de alcohol que pudiese soportar su organismo y así poder intentar hacer callar a las voces dentro de su cabeza.

pero la mayoría de las veces no funcionaba, y terminaba pensando nuevamente en will.
en lo que estaría haciendo en ese mismo momento, y con quién.

pero siguieron pasando los días, y mike juraba que podía sentir el frío intensificarse cada día más, tomándolo desprevenido y congelándolo hasta los huesos.

mike dejó de enviar las cartas después de la número cuarenta y seis, dejándose caer finalmente sobre su cama, y disponiéndose a dormir después de meses de insomnio.

la carta cuarenta y siete se quedó inconclusa, descansando sobre su escritorio. jamás fue enviada. y mike jamás recibió ninguna respuesta a sus cartas de parte will.

will jamás supo que las cartas de mike jamás llegaron hasta sus manos porque se había equivocado por un dígito en el código postal.
mike jamás supo que las cartas de will jamás llegaron hasta sus manos por una confusión en la oficina de correos.

y esa misma noche, ambos se recostaron derrotados sobre la cama, will con la imagen de mike plasmada dentro de su cabeza, y mike con la imagen de will plasmada en la suya.

miraron fijamente a la misma estrella a través de la ventana, estando a kilómetros de distancia, pero con sus corazones latiendo como si en ese momento se encontrasen dentro de la misma habitación.

mike pensó una vez más en will, y will una vez más en mike.

derramaron un par de lágrimas, reprochándose y maldiciendo por última vez el hecho de que a veces el amor no es suficiente.













•••















no quiero ilusionar a nadie, pero existe alguna posibilidad de una segunda temporada en un futuro cercano. nada confirmado por el momento.

muchas gracias por haberse tomado el tiempo de leer la historia.
hasta pronto,
maría :)
















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querida eleven ; bylerWhere stories live. Discover now