Varios sorbidos irritantes empiezan a invadir el turbulento recuerdo, sacándome del trance momentáneo. Analizo mi entorno al instante, notando que sigo en la cafetería. Cierta rubia arcoíris está balanceándose sobre su asiento, sosteniendo una caja prácticamente vacía de jugo.

—¿Terminaste? —Kara suelta la mordisqueada pajilla y sonríe—. No quería interrumpir tu intensa sesión de miradas amenazantes con Austin.

Parpadeo confundido, levantando la cabeza hacia un costado. Lo reconozco sin esfuerzo, es el único chico que mira en nuestra dirección, completamente incómodo. Se encuentra sentado a pocos metros, hay temor deslizándose por su rostro.

—Dime que no me quedé observándolo como un trastornado —suspiro fatigado. Trato de relajar mi expresión facial para tranquilizar al disléxico, él palidece y abre los ojos con espanto.

—Deberíamos trabajar en tu imagen pública, asustarás a todo Bittersweet si continúas así. —Ríe sonoramente, apretando la caja hasta destrozarla.

Algo sucede.

Kara está fingiendo: su postura relajada titubea, sobre aquella fina piel se hallan ojeras considerables, tampoco tiene puesta su vestimenta característica. Ella jamás usaría jeans comunes y esa sudadera lisa, sin ningún estampado. Mi amiga, cuya principal adoración es la ropa extraña, ahora luce como cualquier adolescente promedio.

—¿A quién debo torturar? —le pregunto con seriedad.

—¿Qué? —Arquea ambas cejas, confundida.

—Te ves mundana —alego señalándola—. Debió ocurrir una catástrofe.

—No pasa nada. —Se recuesta en el asiento, visiblemente incómoda.

Takara siempre respeta cuando prefiero evitar hablar de mis problemas, haré lo mismo por ella.

—¿Cuánto falta para tu primera clase? —cambio el tema—. Yo todavía tengo media hora libre, llegué bastante temprano.

—No pienso entrar, quiero estar sola. —Un mechón colorido le impide ver bien, lo sopla distraída—. Además tu estúpido Miller decide molestar en cada jodida materia que compartimos.

—Primero, no es "mi estúpido Miller" —refunfuño—, y segundo... ¿Cómo te molesta?

—Parlotea con Dan Hamilton hasta el cansancio, suelen sentarse detrás de mí. —Analiza sus uñas despintadas, dolorosamente cortas—. Supongo que el más irritante es su amigo, no pierde oportunidad para presumir a cuántas chicas se folló durante la semana.

—¿Y Aaron qué respondió? —cuestiono intentando restarle importancia al palpitar acelerado que resuena en mis oídos.

—No quieres escucharlo —advierte.

—¿Es tan malo? —susurro empezando a preocuparme. ¿Y si él también ha follado con otras personas? Aprieto los dientes, sintiéndome irracionalmente molesto.

—Le dio una gran lista verbal de cursilerías que anhelaría hacer junto a su futura pareja, porque afirma que lo casual le asquea y prefiere algo serio. —Finge arcadas, luciendo fastidiada. Me es difícil comprender su reacción tan negativa—. "¿No te gustaría abrazar a alguien por las noches, sabiendo que al despertar continuará allí, esperándote?" —imita con voz melosa.

—¿En serio dijo eso? —Hay una calidez repentina rodeando mi pecho.

—Sí —responde—. Por suerte ustedes no son pareja, sino te compadecería.

—Pero aquellas palabras fueron dulces. —Arrugo la nariz—. ¿Qué tienen de incorrectas?

—Yo... —Hunde varios dedos en su cabello—. No lo sé, solo me molestan.

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now