-"¿Demonios? No me hagas reír, ellos no existen, son solo un cuento barato que nuestros abuelos nos contaban para no salir a altas horas de la noche."
-"Esa chica es rara, su mirada es apagada y tenebrosa, ¿Cómo alguien como ella puede ser una futu...
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+°•′ - Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 0 2 | Eɴᴛʀᴇ ʜᴜᴍᴏ;;
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La noche cayó en el mundo, sus colores oscuros y la luz de la brillante luna llena eran algo que ocasionaba que varias personas la apreciarán con maravillosidad, era simplemente hermoso.
Pero no hermoso para esa pequeña niña, que descansaba plácidamente en el colchón desgastado en una enorme habitación. No era la única en esa habitación; varias mujeres también descansaban a su alrededor sumergidas en un tranquilo sueño, pero este fue interrumpido por el golpe seco de la puerta de madera corrediza siendo abierta y azotada. Algunas se levantaron sobresaltadas por el golpe.
— ¡Despierten! El sol cayó y nuestro trabajo a comenzado, no quiero a ninguna recibiendo a nuestros clientes ni un minuto tarde — La voz potente de la matriarca del clan terminó por levantar a todas. La pequeña niña restregó sus ojos con ambas manos aún somnolienta. — Hoy llegan clientes especiales, así que pónganse sus mejores ropas, esta noche será nuestra.... No quiero a nadie aquí en 20 minutos, si no, ya saben... — la matriarca salió de la habitación viendo como rápidamente las mujeres ordenaban la habitación y se colocaban sus ropas.
La niña con temor se dirigió rápidamente hacia el armario de gran tamaño, miró la gran cantidad de kimonos sin poder decidir por uno.
— ¡Rápido ___! No quieres ver a mamá enojada, ¿o si? — La mujer adulta empujó levemente a la niña tomando un kimono rojo, la niña negó repetidamente al escuchar lo último — Anda ponte esto y no quiero escusas...
— Si... — Su cuerpo rápidamente fue desnudado por sus pequeñas manos sin importarle que aún la habitación estaba llena de mujeres. Estas arreglaban sus kimonos dejando parte de su piel a la vista, tapando únicamente sus atributos. Pasó su mirada en las caras de sus familiares, algunas asqueadas, otras con una sonrisa coqueta y otras con miedo. Su hermana mayor se acercó a ella y tomó entre sus manos el kimono.
