10. Katherine Catchwen

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La pregunta llega como un balde agua fría, ¿yo tener una aliada? ¿que debo hacer? Nadie de mi distrito ha tenido aliados desde que tengo memoria, Haymitch no me dio recomendaciones sobre esto ¿como se supone que debo confiar? ¿siquiera puede existir confianza en la arena?

La chica del nueve me está observando mientras esas y otros cientos de preguntas se arremolinan en mi cabeza, es decir ¿porque ella quisiera ser aliada de una niña como yo?

—¿Qué es lo que yo gano siendo tu aliada? Es decir no creo que seas muy inteligente si haces una hoguera en medio del bosque y que se puede ver a kilómetros —las palabras salen casi sin siquiera preguntarme y la chica me ve sorprendida. 

—Y-yo no pensé en eso.... Pero si somos aliadas será más fácil para ambas llegar a los finalistas, es más, una vez que seamos solo seis podemos separarnos — dice con ansia. 

Tardó otros minutos más pensando, la chica en general parece un poco altanera pero no con ansia de sangre como los profesionales, puede que al final me salga el tiro por la culata y la chica intente matarme pero si eso llega a pasar no dudare en rajarle la garganta. A final acepto, no tengo nada que perder. 

—Si esta bien, aliadas — exclamó extendiendo mi mano. 

Ella la toma con un poco de recelo, ambas estamos igual, actuamos con precaución y aunque imagino que es normal esto no va  a llegar a nada si seguimos así, es obvio que no puede haber confianza pero al menos sí un tipo de tregua entre nosotras. Y soy la primera en que quita sus dudas de en medio. 

— ¿Que sacaste de la cornucopia? Yo el arma y esta mochila —explico mientras muestro mis cosas, al ser aliadas creo que eso deberiamos hacer. 

— Yo no saqué mucho, algunos cuchillos, una mochilita con esos lentes. Pero he logrado cazar varios conejos y tengo bastante comida —con eso me muestra que los conejos están ya cocidos, por eso la fogata. 

Ella no tiene mucho pero si tiene unos lentes de visión nocturna al igual que yo, y para ,mi sorpresa sus "unos cuantos cuchillos" constan de una fila de por lo menos unos diez cuchillos e distinto filo, mango y todos muy mortales. 

— Esos lentes  serán útiles, son de visión nocturna, yo tengo unos así que no será necesario que usemos fogatas salvo para cocer  la carne.... ¿Debemos repartirnos la comida?—preguntó con mucha duda porque no se que tan factible sea. 

— Claro, así creo que nos aseguramos no matarnos una a la otra —ella me tiende varias piezas de conejo y yo le tiendo la mitad de mis tiras de carne, algo de fruta seca, y dos de mis galletas. 

— ¿Cúal es tu nombre? No se el tuyo — digo con algo de pena pues se me había olvidado preguntar aquel detalle. 

—Katherine Gatwech, tengo 16—  me dice con una sonrisa demasiado gentil. ¿Cómo la chica burlona de hace rato paso a esta chica amable?

—Fei Ketlen.... tengo 13 años —digo un tanto apenada de mi edad. 

Después de eso nadie habla y nos limitamos a seguir repartiendo nuestras cosas, claro  que cada quien se queda con sus armas, pero el resto se reparte por igual. Tras algunas palabras ambas acordamos dejar la fogata encendida e irnos de ahí con ayuda de las gafas nocturnas. 

Así terminó mi día con una aliada, termino mi día con compañía de una chica que bien puede ser de ayuda o puede ser mi asesina. Ambas nos dirigimos a un tipo de árboles bajos en los que hay algunos tipos de cunetas, acordamos que dormiré primero yo y después de unas horas ella me despierta. 

Así inicia una rutina entre ambas, aunque no estamos exentas de situaciones difíciles, una día encontramos una especie de mosquitos que nos picotean lo suficiente para tener alucinaciones, en mi caso estas son principalmente sobre mi vida en el orfanato y la muerte de mis padres pero veo que para Katherine son más complicadas. 

Mis Juegos del HambreWhere stories live. Discover now