Intruso Mentiroso

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Cinco años después. Era Meiji, invierno.

Noche sin luna, sin duda el peor escenario para estar siendo perseguido, sobre todo para una joven a media noche sin rumbo, encima, sola. Había logrado escapar de los otros guardias que tal vez habían dado la alerta, pero no esperaba que fuesen un tipo especial de patrulleros. No lo pensó dos veces para lanzarse casi en sus narices intentando correr más rápido como había logrado con los primeros guardias, pero ni una bala habría salido corriendo tan rápido tras ella como ellos lo hicieron. Le llevaba la ventaja por unos metros simplemente, que le sirvieron para esconderse sin pensarlo en una de las casonas, justo atrás de la muralla que separaba con el jardín delantero. No había luz para su suerte. Intentó recuperar el aire a bocaradas, haciendo el menor ruido posible, con la espalda pegada a la pared al igual que sus palmas abiertas…

— ¿Dónde se fue? —preguntó uno de ellos, con la voz algo entrecortada.

— Vamos, no puede estar muy lejos. —apresuró otro con voz baja.

Siguieron de largo y ella suspiró aliviada, no aguantaría otra carrera, ya habían sido demasiadas tensiones para un día, le saldrían canas verdes por el nerviosismo, sólo deseaba que saliera el sol para poder ver mejor con tal noche de invierno sin estrellas. Tomó el mango de su espada, inspiró profundamente preparándose para lo que fuera a pasar, instintivamente se llevó la mano al collar que colgaba de su cuello fino y blanco, tomó el objeto como si eso le fuera a dar fuerzas, asomó la cabeza lentamente, mirando a ambos lados no encontrando ningún alma andante, dio un paso dudoso, con la mano firme en la espada y con todos sus sentidos alerta, otro paso y el sudor ya caía por su cien, tragó y salió a toda carrera deteniéndose en las cruzadas de las calles, mirando e intentando hacer el menor ruido posible, pues, si ya habían dado la alarma de que había un intruso, aumentarían el número de patrullas por las calles y eso le dificultaría las cosas. Se escondió casi tropezando, atrás de unos barriles de licor vacíos, se tapó la boca intentando tranquilizarse.

— Yo no veo a ningún intruso, y créeme, llevo HORAS aquí…

— Pareces vieja quejándote por todo, cállate de una vez y concéntrate en tu trabajo…

—  ¿Por qué nos llamaron a nosotros? Hoy le tocaba patrullar al equipo cuatro, nosotros patrullamos ayer ¡Son nuestras horas de descanso! ¡¿Qué no entienden que debemos descansar…?!

— ¿Puedes callarte? No entiendo por qué rayos me pusieron contigo, los equipos anteriores calzaban a la perfección con todos —de pronto, sus agudos sentidos le alertaron un movimiento— Espera…

— Sí, era más entretenido cuando estaba Sasori, él no se quejaba tanto, ni menospreciaba mi arte…

— ¿Puedes callarte alguna vez?

— Ahí estás de nuevo, ¿Cómo puedes vivir sin hablar?

— Que te calles —el otro lo miró entrecerrando sus ojos y cruzándose de brazos. El grandulón el hizo unos gestos hacia los barriles y tras asentir de acuerdo, ambos guardias  se acercaron poco a poco al lugar donde estaba la joven escondida, que desenvainaba ágil y silenciosamente la espalda tras los tarros de madera, tomó firmemente con ambas manos la espada esperando que se acercaran unos pocos centímetros más para lanzarse sobre ellos, sin importar qué ni cómo, debía salir de allí cuanto antes, aunque eso implicara tener que llevarse las vidas de otros, ella no podía morir allí ahora. Tomó aire, se levantó con la espada justo en el cuello de uno de los patrulleros que era más bajo, pero el sonido de una espada a sus espaldas le advirtió que eran tres, no dos. Apuntaron con la hoja de la espada en el cuello de ella, atrapándola por la espalda, mas ella intentó no dejarse llevar por el pánico, aunque casi parecía una estupidez no hacerlo, todo era motivo para que se volviera histérica, gritando o llorando.

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⏰ Last updated: Dec 12, 2014 ⏰

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