XVI

118 73 108
                                    

Ernest


Jorge lleva encerrado en el despacho desde hace horas. Laura entra y sale, haciendo ella también sus propias gestiones, informándonos de las pocas novedades que hay. Al parecer, los test que están realizando a la plantilla de su bufete tardan un par de días en dar un resultado fiable, así que a la hora de la presentación de Fate puede que todavía no tengan los datos.

Sobre el evento, al parecer quieren que se conecten los protagonistas de Fate, los de Coincidence y la propia Laura. Aunque le comentaron los editores que la gente se había enterado que había más gente en esta casa y están enviando preguntas de todo tipo a mucha más gente, así que nos han pedido si podemos estar cerca por si alguien más tiene que contestar a algo. Esas son las últimas noticias que Laura nos ha comentado hace un momento, antes de volver a irse al despacho a hacer una última llamada. Todos han tenido la respectiva llamada de sus agentes, como nuestra hija o incluso mi mujer, por el tema del evento. Hay puntos que aclarar, temas que tratar con los organizadores... No entiendo tanto alboroto. Se coge una cámara, se graba uno mismo conectado al resto de gente y se habla. Eso para mí sería lo normal. Pero al parecer los representantes de todos los presentes no lo ven así y están más que alterados.

—¿Todo bien? —le pregunto a mi noiava en cuanto vuelve a mi lado, después de haber estado hablando por teléfono ella también con los representantes de nuestra hija.

—Sí, todo arreglado.

—¿Seguro? —insisto, viendo que su rostro es de preocupación.

Ella me mira y sonríe como puede. Y eso no me tranquiliza para nada.

—Sí, no hay problema. Puede conectarse si...

—Me refiero a que si todo va bien... en general.

—¿A qué te refieres?

—Llevas días bastante distraída.

Acaricio su mejilla mientras espero una respuesta.

—No, no me...

—Sé que sí —le corto—. ¿Estamos bien? ¿Puedo hacer algo por...?

Ella suspira, agachando la mirada.

—No, Ernest, no puedes hacer nada. Ojalá.

Y esto parece serio de verdad. El corazón empieza a latirme con rapidez y siento que todo me da vueltas. ¿Qué significan esas palabras? Tengo casi terror al preguntar.

—¿Es por algo del trabajo?

Marta duda un instante. ¿Hay esperanza todavía?

—Sí y no...

¿La hay? ¿Queda un poco de esperanza?

—¿En París o Barcelona?

Menea la cabeza, creo que no queriendo concretar más.

—Ernest...

—¿Es por el tema de los restaurantes? ¿Algo va mal con los gestores? Podemos asumir lo que...

—No, todo eso va cada vez mejor. Llevan ya un par de años con las cuentas saneadas y no parece que...

—Entonces, ¿París?

Chasquea la lengua y mira a nuestro alrededor. Todos están a lo suyo, charlando y comentando sus propias cosas sin prestar atención a lo de otros.

—Ahora no quiero hablar, Ernest —se limita a decirme.

—Muy grave tiene que ser para que me llames así.

Al menos ahora me mira. Y parece que asoma en sus labios una tímida sonrisa. Aprovecho para besarla con rapidez y parece que a ella esto no le molesta.

Resist (with love)Where stories live. Discover now