~Parte 1~

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La dificultad del trabajo no era tal la presupuestada y lo hago con una celeridad que parece de suerte. He acabado y mis servicios ya no son requeridos, pero todavía quedan 2 días para partir del país asiático. Así que en un arranque de mochilera improvisada que quiere sentirse de rumbo aventurero sin retorno —en lugar de viaje de oficina— parto de mi hotel de Busan, Corea del Sur, para tomar la primera línea de tren que presencien mis ojos.

Ciudad de Ulsan: a 53, 2 kilómetros de distancia y 1 hora de viaje más 7 minutos exactos en autobús.

Medio día se va en paseos tranquilos por el centro de la ciudad y rápidamente me siento en el hoyo de la turista promedio de nuevo. No hay más tiempo, así que solo una rápida escapada más; cerrar los ojos al destino del autobús y subirse, esperando que el sentimiento de rebelión dure hasta que anochezca y tenga que regresar a Busan.

Ulju, el único condado de Ulsan, al sur de la ciudad.

La península bañada en el mar de Japón parece buen escondite para una fugitiva como yo. Alzo la vista, observó y marcho: en el punto más alto de Ulju se alza el Templo de los Alpes de Yeongnam; a este se llega por unas empinadas escaleras cubiertas, que después me entero, son una de las atracciones del lugar. Y junto a el, hay un pequeño edifico anexo, una escuela secundaria que aún hoy funciona como tal.

Y que será importante en esta historia.

Al lado del templo —que visito con parsimonia— hay un cementerio japonés pues esta zona de la península de Corea fue repoblada por japoneses desde el siglo XX y sus descendientes fueron enterrados allí. Es en ese lugar donde encuentro el memorial de las víctimas de la Guerra de Corea. No son más que 30 tumbas dispuestas de manera simétrica, una tumba para cada soldado; una de ellas, para mi sorpresa, llama mi atención por el bello nombre del mosquetero fallecido: Yeong Su.

Había escuchado su significado antes: vida eterna.

Pero me percato de que una de las tumbas es distinta, en ella hay dos cuerpos: Los de Kim Seok Jin y Kim Nam Joon.

Cuando veo la lápida lo primero que hago es preguntarme por qué están enterrados juntos, luego pienso, naturalmente, que se trata de un par de hermanos; pero como es común en mí quiero asegurarme, así que me dirijo al templo en busca de más inform...

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Cuando veo la lápida lo primero que hago es preguntarme por qué están enterrados juntos, luego pienso, naturalmente, que se trata de un par de hermanos; pero como es común en mí quiero asegurarme, así que me dirijo al templo en busca de más información. El único ser vivo cercano es la señora que vende las entradas del templo, no habla casi inglés, pero entiende a qué me refiero cuando le enseño las fotos de la tumba en mi celular. Se ve que no soy la primera persona a la que le ha llamado la atención la tumba doble. Le pregunto por qué fueron enterrados juntos y ella se encoge de hombros y se limita a decir "chingudeul".

"Chingudeul" significa "amigos".

"¿Qué clase de amigos?" Pregunta la marica romántica que hay en mí, pero la señora no está por la labor. Coge un mapa y señala un punto concreto: el famoso Cabo de Ganjeolgot, al ras del puerto. Está claro que si quiero más respuestas tengo que dirigirme allí; y enseguida llego entiendo por qué: el Cabo de Ganjeolgot no es solamente el principal atractivo turístico del lugar, el faro construido en el también alberga el museo de historia del condado.

La tumba de Ulju ~NamJin~Where stories live. Discover now