Capítulo cinco

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El enmascarado le quitó el teléfono. Colgó y se la llevó al exterior sin decir palabra y evitar llamar la atención.

—No puedo dejarte hacer eso. ¿Con quién hablaste?

—Con nadie —mintió.

El secuestrador se quedó mirándola. Aldara estaba nerviosa, no podía mantener la mirada en un lugar fijo. Era como si buscase vías de escape. Por su parte, Beren, no era cómo Mar. Él era amable y no se atrevía a golpearla. Pero se mostró decepcionado y eso en un punto, fue más doloroso para Aldara.

Le ordenó retirar algunas golosinas de la máquina expendedora y una botella de agua, fue todo lo que llevaron a la cabaña.

Al entrar, Aldara vio a Mar sobre la cama leyendo:

—¡Es mi teléfono!

Quiso quitárselo pero el joven lo evitó y empezó a leer los mensajes prohibidos:

—Si papi, estoy caliente. ¿Te gusta así?... y muestra la concha, la putita... Estoy caliente dice él. Quiero que te saques todo... me estoy metiendo los dedos por tu culpa.

—¡BASTA! —grita ella, avergonzada y furiosa por estar expuesta.

—Yo sabía que te encanta la verga.

—¡Mar! —gritó Beren enfurecido. Por primera vez estaba en desacuerdo con su compañero o por lo menos lo demostraba. Su compañero lo miró con seriedad.

—Así que la querés solo para vos... interesante.

—Ten más respeto por la sexualidad humana. Es su intimidad tienen derecho a expresarse.

—A veces podes ser muy molesto. ¿Sabías? Que lastima que ya no sos como antes de...

Beren hizo un amague y su compañero se detuvo antes de terminar la oración. Aldara notó esa situación. Miró al enmascarado sin decir nada y regresó la atención a su teléfono.

—¡Se acabó! —dijo harto—. Vos, Nena, ponte ahí —la agarró del brazo y la empujó hacia la cama individual—Y vos, guarda esta mierda y no se lo vayas a entregar.

Todos se fueron a dormir. Fue un día agotador. El secuestro no era muy prolijo, ni normal. Aldara tenía la mente a mil revoluciones. No paraba de pensar. Entonces miró a sus secuestradores que había bajado la guardia y aunque pensó en escapar, la habrían atrapado de inmediato porque solo podía salir por la ventana y para eso debía romper el cristal y la puerta tenía llave.

El teléfono sobresalía del bolsillo trasero de Beren. Con mucho cuidado se sentó en la cama. Al ver que seguían durmiendo, se levantó y aproximó tres pasos. Sin perder de vista la cara de los hombres, apoyó dos dedos en el teléfono para extraerlo muy despacio. El hombre se movió pero no se despertó. Logró extraer el artefacto. Volvió a su cama y abrió whatsapp. Con el corazón en la boca, envió un rápido mensaje a su hermano.

 Con el corazón en la boca, envió un rápido mensaje a su hermano

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***

La señora en su faceta profesional, emprendió una investigación. Citó a la mejor amiga de su hija y lo que descubrió fue alarmante para ella. Se escandalizó al enterarse de que su hija fumaba marihuana y que había un chico con el que estaba. Se volvió loca al pensar que su hija tenía relaciones sexuales.

La joven hablaba entrecortado, estaba nerviosa. No se sentía bien exponiendo a su amiga, pero prefería eso a que le pasara algo malo.

Alejandra miraba a la joven con severidad. Escuchaba con atención. El teléfono vibró una vez. No le dio importancia. A los pocos segundos volvió a vibrar una y otra vez.

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El secreto de la esvástica - CONSPIRACIÒN -  Historia cortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora