Día 3: Será en la próxima

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— ¿Ahora qué hiciste? — preguntó, asumiendo que su madre le había sacado de nuevo de su casa como hacía la señora Bakugou cada cierto tiempo por la actitud de su hijo. La última vez había sido porque le intentó quitar su rubí, a lo que el rubio reaccionó de forma muy agresiva.

— No hice nada, nos vemos al amanecer en el límite del pueblo — comentó algo enojado por la manera en que Sero pensó primero que él había causado un problema.

— ¿¡Qué dices!? — gritó entre susurros el pelinegro, agachándose un poco más en el balcón —. ¿Qué pretendes?

Bakugou desvió la mirada unos segundos y alzó los hombros algo nervioso. Sero casi nunca le veía así, así que supuso que en serio se trataba de algo importante para Bakugou, por lo que no tuvo más remedio que respirar hondo y dejar escapar un gran suspiro que el rubio fue capaz de escuchar resignándose a ir solo el día siguiente. Sí, de algún modo prefería que Sero fuera con él, pero no iba a retrasar más ese encuentro que debía darse sí o sí.

— Mira, n-no sé q--

— Más te vale estar ahí al amanecer, Bakugou — respondió Sero, sorprendiendo a su amigo.

Katsuki alzó la mirada y se encontró con la sonrisa de Sero, por lo que, agradecido, mostró una sonrisa ligera que Sero aceptó con un asentimiento de cabeza. Bakugou se despidió con un gesto de mano y comenzó a caminar a su respectivo hogar, mientras que Sero entró de nuevo a su habitación y, de pasó, cerró su ventana. Pronto no había ni ninguna luz en la casa.

El amanecer apenas comenzaba a bañar el pueblo con esos rayos anaranjados y suaves que transmitían paz, mientras varios animales comenzaban a despertar y, algunas personas, hacían igual.

Sero llegó por fin a los límites del pueblo y se encontró con su rubio amigo comiendo una manzana. El pelinegro se encontraba disfrutando de una naranja también. Ambos se vieron unos segundos y pactaron en una sola mirada que eso, tal cual su última vez, se quedaría en un secreto que ambos tenían el placer de guardar y compartir.

Tal como aquella vez, pararon a descansar en los inicios del bosque, donde aún los rayos del sol podían acariciar sus rostros ya no tan pálidos como en su niñez. Ambos iban tan limpios y bien vestidos como podían, aunque aquello no fuera demasiado como quizá les gustaría presentarse nuevamente.

Y, entonces, el momento llegó de pasar esa espesa parte del bosque. Entre empujones, jadeos y quejidos se abrían paso por el lugar, a veces escuchando cosas metálicas moverse, lo cual preocupaba ligeramente a ambos. Eso no era muy normal en realidad.

— ¿Soy yo o está más estrecho que la última vez? — preguntó Sero, dejando escapar el aire en sus pulmones cuando ambos cruzaron por una zona llena de espinas. Quizá sus ropas se habían rasgado ligeramente tal como la vez anterior, pero eso ya importaba poco. No les faltaba mucho si no recordaban mal, pero también sentían que ya habían recorrido mucho y no se acababa.

— No seas tonto — balbuceó Bakugou, abriéndose paso entre ramas secas, pero fuertes —. Éramos niños cuando pasamos por aquí, obviamente lo vas a sentir más estrecho.

El más alto soltó un "tiene sentido" mientras continuaba esforzándose por avanzar y, después de un buen rato que ambos sintieron fue demasiado a comparación de la vez anterior, lograron caer al verde y fresco pasto cerca de un riachuelo. De hecho, más cerca del riachuelo de lo que hubieran esperado. Las manos de Katsuki estaban ligeramente sumergidas en este, por lo que se apresuró a sacarlas y retraer su cuerpo como la última vez. Sero y él se levantaron sacudiendo sus ropas. No había nadie en los extremos, pero no esperaban que Eijirou y Denki fueran a estar ahí.

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⏰ Last updated: Apr 14, 2021 ⏰

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