Trick • HyunMin

𝟏.

Para iniciar mi relato y el nudo de este, debo comenzar por su origen.

Todos me conocen como "The Great Spear", pero mi nombre es mucho menos poderoso que ese.
Sólo mis más allegados tenían la facultad de llamarme ChangBin o sus derivados.

"The Great Spear" era mi nombre artístico cuando trabajaba en "The 8th", un grupo de ocho magos errantes, cada uno con su propio nombre artístico, su propio acto y su reputación.
Dábamos shows en cada teatro que se nos topara, pues nos habíamos hecho de buena fama.

Minho hacía trucos con sus felinos amigos y demás animales, JeongIn era un experto con las cartas, Felix exprimía su habilidad mentalista, JiSung usaba la comedia con la magia, Chris tenía lindas asistentes para partirlas por la mitad, HyunJin podía seducirte con su encanto pero siempre deslumbradan más sus grandes y riesgosos trucos, SeungMin era un poco menos talentoso en la magia, así que hacía malabares, desaparecía pelotas o monedas, pero siempre apoyaba a los demás en sus trucos. Y yo, yo podía hacer mujeres volar, niños desaparecer, y sobre todo, lanzar flechas sin darle al asistente, pero al final, un truco jamás se hacía solamente con el mago, siempre había alguien detrás apoyando, y esos éramos todos.

Sin embargo, HyunJin siempre necesitaba una musa, y esa siempre sería SeungMin, "su lirio" como él le llamaba.

Aunque no lo admitieran, luego de todos los espectáculos, iban a sus camerinos juntos, sin compañía de nadie más; el brillo en los ojos de HyunJin al mirar a SeungMin era más fuerte que la luz de cualquier reflector.

Era algo implícito, que todos sabíamos pero que nunca mencionabamos; yo por sobre todos, pues, deseaba ser el causante de ese brillo, su musa en cualquier acto, al primero que abrazara después de que bajara el telón.

Yo merecía serlo más que SeungMin.

No me malinterpreten, yo nunca tuve nada en contra del joven, pero siempre anhelé y luché por tener el puesto tan alto que llevaba él en el corazón de Hwang.

Siempre estuve para él, le enseñé sus primeros trucos, lo ayudé a convertirse en el místico mago que era ahora, ¿Por qué no pondría sus ojos en mí primero?.

Jamás obtuve respuesta a esto, y me apena admitir, que no son más que mis errores los responsables de ello.