Capítulo veintisiete

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27- Callíope y Talía

—Probablemente no volvamos a verla —comentó Hugo, rechazando el cigarrillo que Louis le ofrecía con un ademán de manos

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—Probablemente no volvamos a verla —comentó Hugo, rechazando el cigarrillo que Louis le ofrecía con un ademán de manos.

—Es increíble que no hayamos podido pasar por un funeral tranquilos —murmuró James—. Aunque sí, era algo que podría esperar de Lucy.

—Bueno, querida, esta es mi familia —exclamó Albus con entusiasta alegría, poniendo delante suyo a su esposa—. Están jodidos y rotos, pero son mi familia.

Becka Potter era una mujer de bucles rubios, ojos cafés y una tímida sonrisa. Hugo notó que se sentía incómoda, tal vez porque nadie le hacía sentir de otro modo. Lily chistó a su hermano por el comentario, pero aparte de eso, no se pronunció otra palabra.

Hugo guardó sus manos en los bolsillos de su túnica y clavó la vista en el piso. El funeral había acabado hacía unos diez minutos y las personas que no eran miembros de la familia se habían marchado. Hugo distinguió a sus padres, cerca de donde enterraron a la abuela Molly, hablando con sus tíos, en un círculo idéntico al que Hugo tenía con sus primos.

—No puedo hacer esto de nuevo —susurró entonces Molly—. No puedo volver a pasar por algo así.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Victoire.

Su prima se acarició el estómago con una expresión angustiada.

—Estoy embarazada —dijo. Sin embargo, antes de que alguien pudiera decirle algo, ella agregó:—. Mi matrimonio marcha bien. Yo estoy bien. Y no puedo volver a cometer los mismos errores —Le dirigió una mirada incómoda a Becka, lo que hizo que Hugo supiera que estaba hablando sobre la noche de las confesiones, Molly suspiró—. Creo que lo mejor será que cada uno vaya por su lado.

Hubo un breve momento de silencio, en el que Hugo deseó haber aceptado un cigarrillo de parte de Louis.

—Lo que ella quiere decir es: «Espero no tener que cruzarme nunca más con ustedes» —afirmó Louis, en un tono burlón. Le dio una calada a su cigarrillo—. En fin, nos vemos en el siguiente funeral.

Poco a poco, cada uno se fue alejando, manteniendo distancias considerables entre ellos. Si su abuela había esperado que su muerte los uniera, se había equivocado terriblemente. Hugo buscó con la mirada a Rose, la cual estaba hablando en voz baja con Scorpius, y se acercó a ellos.

—Tengo que regresar con Alexandria —le avisó a su hermana, poniendo su mano sobre su hombre para que lo mirara—, pero antes, olvidé decirte algo.

—¿Qué pasa, Hugo?

—El caso de Ava Goyle, hice que lo cerraran.

Rose tenía una expresión atónita en el rostro, mientras que Scorpius se puso inmediatamente en alerta.

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