Cuatro.

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La calidez de la mano de Mikasa era algo que mi alma nunca podría olvidar, y sentirlo en la mano de esta chica era totalmente diferente, a pesar de que era el cuerpo de mi amada. Me sentí culpable, pero también me considero un masoquista, así que por más que me doliera saber que la Mikasa que yo conocí nunca más volvería a mí, me sentía conforme con la compañía de esta chica. Tanto, que llegué a darle un apretón de forma inconsciente, haciéndola enrojecer una vez más.

—¿Pasa algo, Levi? —preguntó mientras arreglaba su cabello con la mano que tenía desocupada para poder cubrir un poco el sonrojo que se había formado en su rostro.

Me encogí de hombros. Siempre fui un hombre de pocas palabras, tal y como lo era este mocoso dentro de mi cuerpo.

Sí, pero tú eres mucho más frío y amargado. Al menos yo sonrío un poco.

—Tsk, cállate.

—Oh, lo siento... —respondió con tartamudez Mikasa. —Yo sólo quería saber si te encontrabas bien... no quería molestarte

Perfecto. Todo es culpa tuya, maldito mocoso.

¿Quién es el imbécil que habla conmigo en voz alta? Leo tu mente, no tienes que hablar.

¡Ya lo sé!

Dile algo, parece estar al borde del llanto. Y más te vale que seas amable.

No me conoces, mocoso. Con la Mikasa que yo conocí... siempre lo fui.

—Discúlpame, Mikasa. Estaba... discutiendo conmigo mismo en mi cabeza y se me salió. No te lo estaba diciendo a ti. Sé que suena loco pero así es.

Ahora pensará que estás zafado de un tornillo.

Mocoso, creo que eso ya lo pensaba. Sólo reforcé esa teoría.

Sorprendentemente, Mikasa no pareció inmutarse con lo que acababa de decirle. Estaba tan calmada como siempre, a excepción de unos ojos cristalinos que odiaba ver.

—No pasa nada, Levi.

Sin embargo, soltó mi mano. Sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo y la molesta necesidad de gritarle que no lo hiciera... no de nuevo.

Ella no es la Mikasa que tú conociste... deja de convencerte a ti mismo de que lo es.

Y con esa última oración, llegamos al lugar de nuestra cita.

El cine parecía de esos que aparecen en las películas. Antiguo, incluso el aroma podía percibirse como a incienso. Ni siquiera habíamos entrado y el lugar ya me hacía estremecer. Pero, ¿qué se le podía hacer? Era el único cine decente que teníamos en esta pequeña ciudad. Aunque Mikasa parecía encantada con todo lo que veía alrededor.

—¿Habías venido aquí antes? —pregunté, esperando que lo ocurrido un minuto antes se haya esfumado de su mente.

—No. Hoy en día muchos prefieren ir a un bar no muy alejado de aquí. No son de ver películas... y si lo hacen, son de esas aburridísimas e interminables como Rápidos y Furiosos. Y si salgo con amigas, se ponen a ver 50 Sombras más oscuras... por eso, prefiero no salir. Pero hoy decidí hacer una excepción —me sonrió. —Pareces buen chico, y con gusto mucho más interesantes.

Por enésima vez en el día, me sonrojé ante sus palabras. Volteé hacia la taquilla y me dirigí para allá tan veloz como tenía permitido y así evitar contacto visual con Mikasa. Ya ni siquiera sé si el sonrojo fue culpa del mocoso o mía, pero supongo que daba igual. Compré los boletos y, al voltearme, me encontré cara a cara con la chica de cabello azabache, mirándome fijamente. Eso no ayudó mucho con mis nervios.

—Mikasa —tartamudeé.

—Perdón si te incomodé con lo que dije, pero no puedes simplemente dejarme así. Si estás... arrepentido por haber venido aquí conmigo, puedes decírmelo —la frialdad con la que dijo aquellas palabras me causó un escalofrío y unas ganas tremendas de salirme de este cuerpo para molerlo a golpes, aunque no tuviera la culpa de nada.

—Yo no me arrepiento de las cosas, Mikasa. Siempre he dicho que lo único que se nos permite hacer, es creer que no vamos a lamentar la elección que hemos hecho. Es mi filosofía de vida.

Un momento...

No, mocoso. No es momento para que interrumpas.

¿Capitán... Levi?¿El soldado más fuerte de la humanidad?

Bueno, esto se puso interesante. Sí, así solían llamarme mis subordinados, aunque eso es algo que tú no deberías saber.

No puede ser...

—Es una buena filosofía pero, ¿qué pasa si lastimas a alguien? ¿No te sentirías arrepentido? —Mikasa interrumpió la pequeña discusión que teníamos el mocoso y yo, justo en el momento menos oportuno.

—Tienes un buen punto, Mikasa. Pero no, no me arrepentiría. Porque, si llego a lastimar a alguien, probablemente será porque quería hacerlo. Aunque eso suene a que soy un maldito. —dicho esto, pensé que había arruinado todo lo que había logrado, ya que la chica permaneció en silencio el resto del camino a la sala.

Fue entonces cuando me di cuenta; el lugar estaba casi desierto. No pensé que una sala de cine llegaría a parecerme salida de una historia macabra; los asientos ni siquiera parecían tener el mantenimiento adecuado por el polvo que podía distinguirles, hacía un frío infernal, las luces eran tan tenues que apenas podía caminar sin tropezarme en los escalones, no había ni un alma aparte de nosotros dos... sólo faltaba que un loco asesino apareciera y nos acuchillara a ambos para luego suicidarse.

Creo que ha visto muchas películas de terror, heicho.

Me gustaría decir que son historias sacadas de películas, mocoso, pero lamentablemente son hechos ocurridos hace no mucho tiempo. Maldito mundo enfermo.

Oh, si... en eso estoy de acuerdo.

—Levi, aquí es —murmuró Mikasa.

Vaya, por fin. Nos acomodamos en nuestros asientos y nos dedicamos a disfrutar de la función.

O bueno, al menos eso intenté la primera mitad de la película.

¿Por qué carajo estoy llorando? ¿Qué...?

Es tan triste...

¡Mocoso! ¡Para! ¡Me veo ridículo!

No merecía eso...

Me estás colmando la paciencia, maldito-

–mini spoiler de la película :v-

—Aww, ¿también te afectó su muerte? Qué tierno... —lágrimas decoraban las rosadas mejillas de Mikasa.

-fin del mini spoiler :v-

Luego de eso, la chica recargó la cabeza sobre mi hombro, su aroma cosquilleando en mi nariz. Era la primera vez que estaba agradecido con el mocoso por ser un escuincle llorón.

Momento, capitán. El llorón suicida era Eren.

Ah, sí, pero... ¿Qué demonios sabes tú?

Ni siquiera debería ser capaz de recordarlo, pero lo hago, por alguna razón ahora lo recuerdo. Capitán Levi... ¿Ni siquiera le suena mi voz?

Ahora que lo pienso, sí...

Es porque usted y yo nos conocimos hace mucho tiempo. Sólo que yo estaba en otro cuerpo. Formé parte de su escuadrón junto con Mikasa, Eren, Armin, Sasha, Connie, Historia...

Me estás tomando el pelo, ¿cierto?

¿Cómo sabría todo eso si le estuviera tomando el pelo, capitán?

No puedes ser Jean Kirschtein. Debe ser una maldita broma.

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