I. Las cartas

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NOTA: Esto lo tenía en mis borradores desde hace años. Empecé a escribirlo el año pasado y solo estaba publicando en AO3 y ff.net, pero acá lo traigo también, pues ya estoy por terminar de escribirlo; son 4 capítulos nada más. No está beteado, posiblemente haga modificaciones después, cuando termine la historia, who knows? Avísenme si le encuentran errores y dejen votos y comentarios, plis. 

*

He sleeps alone

He needs no army where he's headed

'Cause he knows

That they're just ghosts

And they can't hurt him if he can't see them, oh

And I may go

To places I have never been to

Just to find

The deepest desires in my mind

Sleep Alone - Two Door Cinema Club


I. Las cartas

Todo comenzó cuando alguien llamó a su puerta un domingo a mediodía. Era curioso, pero desde que Arthur escuchó los dos golpes supo que aquélla sería una visita importante; y más curioso aún fue que, en el momento justo en que su mano tocó el pomo de la puerta para abrir, lo primero en lo que pensó fue en Francia. Una parte suya esperaba encontrarse con el conocido rostro del otro país y, no obstante, al otro lado del umbral se encontraba un hombre a quien Arthur no recordaba haber visto. Algo en su presencia se sentía inusualmente familiar, como si se tratara de una persona con la que se había cruzado en un par de ocasiones sin llegar a reconocerse del todo.

El hombre, que era un poco más alto que él y parecía no tener más de cuarenta años, estaba pulcramente vestido: ni una arruga se asomaba en su traje color gris, la corbata la tenía perfectamente anudada y los zapatos relucían por lo limpios. Pero no fue el afán de limpieza lo que llamó la atención de Arthur, sino lo que el hombre sostenía en sus manos. Era una caja de madera, no más grande que una para zapatos, sellada completamente. Lo primero que pasó por la mente de Arthur fue que aquel hombre estaba demasiado bien vestido para ser un repartidor de paquetería. Lo que pensó después, fue que no era posible que se tratara de un simple empleado y que quizá abrir la puerta no había sido una buena idea. Pero antes de que pudiera cerrar la puerta y regresar al cobijo de su hogar, el hombre abrió la boca para hablar.

—¿Monsieur Inglaterra? —preguntó.

Arthur lo miró fijamente, intentando recordar el lugar en el que le había visto, sin obtener buenos resultados. Cuando notó que el hombre fruncía el ceño ligeramente y se preparaba para hablar otra vez, respondió.

—Sí.

Un suspiro de alivio escapó de los labios del hombre, y aunque su azoro fue evidente, Arthur no hizo comentarios al respecto. Lo vio erguirse una vez más y escuchó que se aclaraba la garganta para volver a hablar.

—Mi nombre es Yves Larguier; trabajo para Monsieur Francia.

Arthur sintió su cuerpo tensarse al escuchar lo último. No era común que Francia enviara a sus empleados a su casa. Vaya, ningún país solía enviar a sus empleados a las casas de otros, era algo que rayaba en la intrusión, porque para eso existían sus oficinas y otros medios oficiales para contactarlos. Si Francia enviaba a alguien a su casa en vez de ir él mismo, significaba que algo había ocurrido. Algo de suma importancia y, a juzgar por la presencia de aquel hombre, algo realmente malo. La boca se le secó de repente al imaginar lo peor y de inmediato su mirada se posó en la caja que permanecía en las manos de Larguier.

[Hetalia] En sueños, en alguna otra parte (FrUK) [Terminado]Where stories live. Discover now