II

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Benevolencia...

Benevolencia, se repitió un par de veces más en su cabeza. Pero no una cuarta vez.

Aquello no podía ser benevolencia, salvación no debía significar sacrificio, la muerte a cambio de la vida no era un equivalente justo. Pero aun así París alzaba sus manos a la multitud pregonando lo dichosos que eran estar reunidos, la magnificencia de la existencia y que esa última oración que darían en el planeta era para la nueva tierra prometida y el descanso eterno de las almas.

Pero ¿A quién se le oraba? ¿A qué dios? ¿Qué dios clase de padre abandonaba a sus hijos entre ríos de fuego y una bruma venenosa? Un dios que les entregaba el poder de decisión a simples humanos sobre la salvación no era digno de ser alabado por tal divinidad. Los últimos alimentos, el agua y medicamentos que aún les quedaban, los trescientos jóvenes más capaces de la ciudad y la "benevolencia" de París valían la salvación que dios entregaba.

"Casa de Escala" era llamada, al igual como el arca de Noé era nombrada, porque una gran nave necesitada de un nombre acorde a su misión, y como si de un pasaje bíblico se tratara esta también consistía en la sobrevivencia de los elegidos hacia un nuevo mundo. Y ahí se encontraba otro término al cual aborrecer "elegidos", aquellos nacidos en la obscuridad, en la desesperanza misma, en la guerra y el hambre, entre el veneno y brotando de suelo estéril; la última cuna de vida de la humanidad, la más manipulable frente a un nuevo mesías y aquella gigantesca nave que esperó paciente por años para aparecer en el último latido que daba la tierra.

Los cabellos se mecieron cuando su rostro giró a un costado, quitando de su mirada la desagradable escena encontrándose de frente con una melena rubia descuidada, despeinada y con nudos cubiertos en polvo, un cuerpo lánguido y derrotado, con sus uñas clavándose al piso y sus lágrimas mojando el suelo metálico.

Ella debía sentir lo mismo, Romeo lo veía, lo sabía... lo sentía. Pero sus ojos color cielo terminaron inmersos en la furia, no en la suya, no contra él, no contra Julieta, una ira contra todo naciendo de una mirada café tan oscura como un abismo, la ira enmarcada por cejas gruesas, entrecejo fruncido y la suciedad de las calles de Verona adheridas a un rostro de facciones duras.

Space RomeoWhere stories live. Discover now