La gran Oma lo cura todo

2.1K 208 12
                                    

James no se había esperado un ataque tan repentino del pelinegro, por ello posó sus manos en el pecho de su compañero dispuesto a apartarle de un empujón demasiado confundido con sus sentimientos como para responder al beso del otro, pero sin darse cuenta, y para sorpresa de Christian, su cerebro no respondía e inconscientemente acabó pasando los brazos alrededor del cuello del ojiazul y atrayendole hacía él.

El beso se fue haciendo más insistente, total, ya nada importaba. Ambos habían dejado muy claros sus sentimientos sin siquiera haber dicho una palabra. Christian tumbó al joven en la arena para quedar encima de él y le mordió ligeramente el labio con gesto travieso que habría hecho a James poner los ojos en blanco en otra ocasión. En vedzde eso el castaño jadeo débilmente, demasiado sorprendido de que eso estuviese ocurriendo.

Al final el aire venció a ambos y rompieron el beso. El ladrón clavó su mirada azul en los ojos del menor asumiendo poco a poco lo que estaba pasando y contempló el rostro sonrojado del castaño. Se sintió más feliz de lo que se había sentido nunca.

Sonriendo iba a volver a unir sus labios con los del soldado cuando un grito le puso los pelos de punta y causó que su cuerpo entero se tensase involuntariamente. James le observó horrorizado y solo alcanzó a decir.

-Astrid. - Como si un rayo les hubiese partido en las cabezas los dos muchachos saltaron alejándose el uno del otro y corrieron sin descanso al claro donde habían visto por última vez a la pequeña.

Ambos rezaban en su interior para que el grito no hubiese sido nada más que el quejido de la niña por haber perdido contra la famosa ardilla imaginaria, pero cuando alcanzaron el claro cualquier esperanza se vino abajo.

La pequeña lloraba y pataleaba entre los arbustos. Luchando por zafarse del hombre que la había agarrado por el brazo y tiraba de ella. Christian le reconoció enseguida. Vándalos de nuevo. Iba a lanzarse furioso contra el bárbaro cuando la figura de James se abalanzó contra el hombre sacando su espada.

Fue entonces cuando el ladrón cayó en la cuenta de que aquel delincuente no estaba solo, otros tres hombres rodeaban el claro y si no les habían impedido acercarse al lugar había sido más bien por que no se habían esperado aquel ataque tan alocado.

Fue también entonces cuando cayó en la cuenta de que no llevaba ningún arma consigo, estaba completamente indefenso frente a ellos. Permaneció en estado shock observándoles desconsoladamente sin comprender que era lo que llegaba a sus ojos y a sus oídos. Era imposible que saliesen de esta.

Los hombres comenzaron a moverse recuperándose de la sorpresa del ataque del soldado, pero Christian aún no reaccionaba. El pelinegro pudo sentir vagamente como alguien tiraba de su manga y al ver la melena pelirroja y el rostro asustado de Astrid reaccionó.

La niña había conseguido zafarse del hombre gracias a James y había corrido a los brazos del pelinegro demasiado asustada para hacer otra cosa. El ladrón la agarró con afán protectivo de los hombros y la colocó detrás de él usándose a si mismo de escudo para la pequeña. Oyó los gritos de James que había conseguido derribar al primer hombre y le pedía que se pusiesen a salvo mientras que iba a por los otros tres vándalos los cuales se acercaban a él cada uno por un flanco

-¡No! - ¿Irse y dejar al soldado solo? Ni en sueños pensaba alejarse de él. El soldado sería bueno con la espada, pero tres contra uno no era juego limpio¡Le matarían!.

Horrorizado al ver como los tres se abalanzaban a la vez contra el menor corrió hasta él olvidando por completo a la niña que se había alejado pidiendo a gritos auxilio y se interpuso entre las espadas y el soldado cerrando fuertemente los ojos. El dolor le azotó ferozmente y le hizo perder la fuerza cayendo de rodillas contra el suelo.

Rumbo a la guillotina (BL) Libro 1Où les histoires vivent. Découvrez maintenant