Serpiente

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Me levante de mi cama luego de estar varias horas durmiendo, tenía hambre así que fui directo a la cocina.

Me toco venirme en bus porque mi madre le surgió algo en el trabajo y para mi suerte esta vez pidió comida a domicilio.

—Hola Zacky— casi se me sale el alma del cuerpo cuando vi al mejor amigo de mi madre.

No lo había escuchado entrar, mi madre le dio una llave a él porque este a diferencia de ella si me alimentaba y me daba dinero.

— No te escuche llegar tío ¿Y mamá?— pregunte mientras comía una galleta.

Lucas es como un tío para mí, el apoyo a mi madre cuando supo de su embarazo y cuando mis abuelos la dejaron en la calle por negarse a abortar.

— Su nuevo asistente hizo mal unas estadísticas y toco comenzar el estudio desde cero, vine por estos papeles y a dejarte dinero para que compres algo para comer — me mostro la carpeta que tenía en sus manos antes de colocar el dinero en la mesa.

— Si no fuera por ti moriría de hambre— lo abrace sin pensarlo.

Cuando era pequeño deseaba que él se casara con mi madre pero con el tiempo entendí que ellos nunca dejarían de verse como hermanos.

— Yo sí creo, me tengo que ir no olvides de cerrar todo bien — me advirtió antes de irse.

Guarde el dinero y mis llaves en pantalones de pijamas, iría al restaurante de la esquina porque no tenía muchas ganas de caminar.

Cerré la puerta y comencé a caminar. No había mucha gente a mi alrededor lo cual nunca era buena señal, este barrio no es el más seguro, apresure mi paso sin distraerme con lo que estaba a mi alrededor.

Recordé a Keira y sus amigos, me divertí mucho con ellos y las clases no se me hicieron tan largas, aunque pude observar varias cosas que me llamaron la atención, Blas Jones no parecía muy interesado en las clases, se sentaba cerca de la ventana sin despegar la vista su libro y si lo hacía era para dormir. Keira dijo que hasta los profesores le tenían miedo por eso nunca le decían nada.

Entre al restaurante y sonreí al ver que estaba vacío.

—Buenas noches Zac—me saludo la chica que siempre atendía a mi madre y a mí.

Tan solo llevábamos dos meses en este lugar pero a diferencia de los otros, aquí había muchas personas agradables, como Rina que es una chica unos años mayor que yo que trabaja para pagar su Universidad.

— Hola Rina, por fa podría darme lo de siempre para llevar—le pedí.

Esta asintió antes de ir a la cocina del restaurante.

Después de varios minutos la chica me entregó la comida y yo le entregue el dinero, me despedí amablemente antes de salir del restaurante.

Antes llegar a mi casa me detuve en la tienda para comprar algunas cosas para el desayuno.

Cogí una caja de cereal, leche y algunas golosinas. El chico de la caja registradora me miro mal como siempre lo hace, pague mi comida y salí rápidamente de ese lugar. Si me quedaba más tiempo quien sabe que me haría ese niño nunca entendí porque me mira tan mal, a mi madre no la mira así.

Agarre mi comida con fuerza cuando sentí la brisa mover mi camisa, ahora no parecía muy buena la idea de venir en pijama, si me viera mi madre me regañaría por ser tan relajado.

Salí de mis pensamientos cuando vi un chico salir de un callejón y apoyarse en la pared, me acerque de inmediato.

— Oye ¿Estas bien? — pregunte.

Este levanto su rostro dejando ver aquello ojos verdes que resaltaban ante su cabellera rubia.

— Sangre— susurre asustado al ver que su camisa blanca llena de ese líquido.

Busque de inmediato mi celular en mi bolsillo pero no lo encontré, seguramente lo deje en mi cuarto.

— Vete— me ordeno con un gruñido.

Su tono demandante no me daba miedo, agarre su brazo e hice que este se apoyara en mí.

— No me voy a ir, ayúdame un poco que no puedo con todo tu peso— me queje cuando no pude caminar bien.

Este entre quejas y gruñidos cedió, no sé como pero lo arrastre hasta mi casa y luego de cerrar la puerta con dificultad lo deje en el sofá para ir en busca de botiquín y a su vez dejar mi las bolsas de comida en la cocina.

Me coloque delate de él y me sorprendí al ver como la sangre hacia que su marcado abdomen se viera. Al parecer no toda la sangre de su camisa era suya.

— Quítate la camisa— le pedí mientras sacaba el alcohol y el algodón.

Este obedeció y se la quitó, observe con curiosidad la serpiente que recorría su costilla hasta su cadera, me fascinaba observar tatuajes aunque mi madre no me dejara hacerme uno.

— Deja de mírame tanto y limpia la herida — dijo el chico con fastidio.

— Solo estaba observando tu tatuaje— me defendí antes de comenzar a colocar el algodón con alcohol en su herida— Al parecer es solo un rasguño, nunca había curado heridas antes —murmure mientras mis dedos se movían con torpeza.

Él no se quejaba de dolor pero hacia ciertas muecas que evidenciaban que no estaba para nada satisfecho.

— Eres muy torpe, déjame y yo lo hago— se veía molesto.

Le pase el botiquín y el comenzó hacerlo.

Su abdomen estaba perfectamente marcado, que envidia, ya quisiera yo tener ese cuerpo, si lo tuviera tendría a las chicas detrás de mi pero la flojera y el sedentarismo puede conmigo. Mejor me quedo soltero.

Me sonroje cuando sus ojos se encontraron con los míos, me levante del sofá de inmediato.

— Voy a buscar una camisa para ti— dije antes de huir a mi cuarto.

Entre a este con nerviosismo, si Keira estuviera aquí me diría que soy un imbécil porque deje a entrar un chico que no conozco y además que tiene fama de matón.

No podía negar que esos tatuajes le quedaban muy bien ¿Que otros tatuajes tendrá?

¡CONCÉNTRATE ZAC! la camisa, busque entre mi ropa y encontré una camisa de Lucas. A veces él se quedaba con nosotros así que probablemente mi madre se confundió y la dejo aquí.

Salí de mi cuarto con la camisa en mi mano y me acerque al chico que estaba escribiendo algo en su celular.

— Veo que ya terminaste con lo de tu herida, ten la camisa, voy a guardar el botiquín— dije antes de volver a la cocina.

Cuando llegue a la sala este ya tenía la camisa puesta y apenas me vio guardo su celular y se acercó a mí.

— Veo que ya estas mejor ¿Hay algo más que necesites? — pregunte verificando que no tuviera algún otro golpe.

Se acercó demasiado a mí lo que me permitió observar con claridad la diferencia de altura, otra inseguridad más a mi lista.

— ¿Por qué me ayudas?—pregunto este sin dejar de mirarme.

Su mirada podría parecer intimídate y feroz para la mayoría bajaba la mira por miedo pero para mí es imposible ya que sus ojos tienen algo que atrae a los míos.

— ¿Por qué no hacerlo?—exclame.

Este se acercó mucho más a mí, mire aquellos ojos verdes con atención ¿Qué es lo que quieres esconder? Me da mucha curiosidad abrir esa caja de pandora que hay en ti.

— Solo aléjate de mí— dijo antes de irse de mi casa sin más.

Al decir eso solo haces que no quiera estar lejos de ti, voy a descubrir lo que escondes Blas Jone.

SERPIENTE (Homosexual) PRIMERA TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora