-Max...-digo tratando de sonar normal y no como una persona a punto  de desvanecerse.- ni siquiera he presentado el exámen...-traté de sonar despreocupada, pero mi voz salió un poco rota.  

-Lo sé.- se levanta de la cama y se acerca. Pone sus manos en mis hombros.- no es solo por eso, Aisa.- su mirada me pone nerviosa, trato de mirar a otro lado que no sean sus ojos.- Has sido muy fuerte con todo esto...-aprieto mi mandíbula, no sigas.- Sé que lo que te sucedió no fue nada fácil...y quiero disculparme.- inmediatamente mi mirada sube. Estoy confundida.

-No entiendo...

-En ese lugar...no fui el mejor hermano.- lo miro estática. Él no tiene que disculparse de nada.-Estaba lleno de rabia y egoísmo...-su voz se quiebra. No, por favor.

Sin dejar que continúe lo abrazo fuertemente con mis brazos alrededor de su cuello. Lo aprieto contra mi como si fuera un recuentro. Siento el acumuló de lágrimas en mis ojos mientras Max me devuelve el abrazo.

-No tienes que disculparte por nada...- suelto en un sollozo. Lo abrazo con más fuerza como si temiera perderle, porque aunque no lo quiera ni pensar, siento que ese momento algún día llegará y no estoy preparada para eso.- Eres el mejor hermano del mundo...

No se como pasamos de risas y nerviosismo a llanto dolorosos, pero aquí estamos. Nos apoyamos mutuamente compartiendo nuestra culpa con lágrimas y abrazos.

Quiero que llegue un día en el que cosas como estas no sucedan. Quiero que nuestra vida no haya más lágrimas y culpa. Quiero una vida sin malos recuerdos. Quiero una vida sin el miedo.

Quiero una vida que Michael no haya arruinado.


























Aisa.

Aisa.

Aisa.

Mi mente se ahoga con su imagen, lo único que está en mi cabeza es su nombre, su cuerpo, ella.

La rabia la acompaña. No se ha dignado a visitarme, he contado los días, las horas, todo y ella nunca entra por esa puerta.

Nunca había experimentado tanta desesperación.

Sabía que algo pasaba cuando vino tan nerviosa la última vez. Mis instintos me decían que algo raro pasaba, y me daba tanta rabia saber que no me había equivocado.

Lo que más odio es que no puedo volver a verla.

¿Por qué tiene que alejarse de mi?

Mi princesa.

La rabia se acumula cada vez más. Camino como loco por toda la estúpida habitación, si no estuviera aquí encerrado, fuera a verla, le diría todo lo que siento y me la llevaría. Tengo que tenerla conmigo, no puedo...no quiero ni pensar  en una vida sin tenerla cerca.

Mi vista va hacia los pocos libros que tengo. Toda me recuerda ella, siento que me está ahogando, siento que la habitación vuele a ella, no lo soporto porque siento que la veo pero no está, no está, no está.

Tomó los libros entre mis manos y con rabia los tiro al piso; toda la habitación da vueltas, veo todo rojo.

¿Por qué tiene que abandonarme?

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