—Yo no quiero perderlo —aclaró Mika, de inmediato sus manos se posaron sobre su vientre, protegiendo la pequeña semilla de vida que habitaba en ella— no voy a perderlo.

—Yo no quiero perderte a ti —Kato tenía la mirada oscurecida y su voz estaba quebrada. La imagen de un futuro sin Mika lucía espeluznante— no voy a darme el lujo de perderte. Por eso...

La mano de Kato se elevó solo un poco hasta rozar las manos de su pareja. Sintiendo su miedo en él. Temiendo perderlo. Kato susurró algo inentendible dirigido a nadie y luego elevó su mirada hacia la de Mika. En sus ojos rojos estaba la preocupación, miedo, dolor e impotencia.

Mika lo notó, pero no quiso depender de aquellos sentimientos. Por eso, con la garganta ya cerrada, alejó de un golpe la mano de Kato de él. Odiando de pronto la idea de que aquel lobo negro esté cerca suyo y de su cachorro. Sintiéndose desprotegido en los brazos que antes le habían brindado amor.

—Siempre voy a elegirte a ti —el alfa sujetó el brazo de Mika y en un solo segundo lo rodeó en un abrazo desesperado—, no importa lo que pase a nuestro alrededor, siempre voy a elegirte a ti. Porque ya sé lo que es alejarnos y no quiero sentirlo otra vez. No puedo permitirme perderte.

Entonces, y solo entonces, Mika entendió un poco más de lo que su pareja pensaba. Comprendió que aquel gran ser lleno de fuerza y poder, mostraba ante él la más desnuda debilidad. Mika era la debilidad de Kato. Lo peor es que no sabía si aquello era algo bueno o malo.

—Los milagros ocurren —Sin embargo, Mika no iba a darse por vencido— si la luna no quiere otorgarme ese milagro yo mismo lo voy a crear —aseguró el Gamma.

No importaban esas palabras. Kato seguiría teniendo un miedo profundo. La imagen de perder a Mika se llevaría su sentido común en poco tiempo.

Kato asintió sin decir algo más y solo se dio la vuelta.

A partir de aquella tarde su relación se volvió distante. Podían compartir la habitación, hogar y cama, pero el frío que se sentía a su alrededor era abrumador. Sus conversaciones no demostraban el amor que otrora sentían. Ellos solo estaban ahí, sin siquiera intentar romper el muro que se había creado entre ellos.

Kato salía al amanecer. Solo unas horas para así entrenar con los demás y arreglar los términos entre las diferentes manadas. Por su parte Mika se quedaba en casa sintiendo a su Gamma llorar de felicidad por la nueva vida que pronto nacería.

Esa fue su rutina diaria durante  dos semanas enteras. No es que se hubiesen dado cuenta. Los días habían pasado realmente rápido. Las obligaciones de Kato poco a poco hacían que su rutina se redujera a solo unos minutos diarios con su pareja. Quizá era algo bueno porque su distanciamiento hizo que pensaran las cosas con frialdad.

Kato solo lo aceptó una mañana. Sintió el dolor de su pareja y simplemente se negó a seguir con aquella pelea.

Tal vez lo correcto era esperar un milagro en ese momento.

Solo que quizá había tardado mucho.

Después de su entrenamiento con los jóvenes de la manada. Kato recibió una llamada de su padre. El hombre se escuchaba cansado y hasta preocupado. A penas podía formular palabras, como si la noticia fuese demasiado para él. Kato tembló por el mal presentimiento de ello. Al final solo necesitó de una oración para dejarlo todo y correr hasta su hogar.

Mika ha colapsado

Kato corrió con todas sus fuerzas. La energía había sido drenada en su entrenamiento pero se sobre esforzó un poco más hasta llegar. El alfa tenía todo el rostro mojado por el cansancio y las miradas de toda la manada estaban en él. Cada uno de ellos ya había escuchado la noticia y en sus ojos no había más que lástima. Algunos dudaban de aquella unión y esa fue razón más que suficiente para creerlo. La pareja del líder de la manada debía ser fuerte. Mika era débil, era un obstáculo y no una ayuda. Así es como lo veían todos los demás.

El Lobo Y El Zorro (Omegaverse) [Gay]Where stories live. Discover now