Su labial rojo favorito

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No escuchó la puerta cuando ella llegó antes de lo normal ni las llaves cayendo en el platito de cerámica en la mesa junto a la entrada; no escuchó los tacones haciendo crujir la madera ni mucho menos la puerta de la habitación abrirse con un suave "Hani, ¿Estás aquí?"

Hasta ese momento de su vida, tan joven que era, había sentido miedo varias veces en su vida, su padre siendo el causante de la mayoría de ellos, pero lo que sintió al ver el rostro de sorpresa de su madre al encontrárselo con su vestido de verano puesto, mal ajustado a la cintura con un cinturón, los aretes y collares colgando y reflejando el sol de la ventana, el maquillaje tembloroso en sus ojos y el labial rojo y brillante en sus labios, todo aquello fue distinto. Su única reacción fue agacharse en el mismo lugar, sobre sí mismo, esperando la golpiza que sabía que recibiría aunque en el fondo de su corazón no entendería por qué, porque no veía qué había de malo en lo que estaba haciendo.

No hubo golpiza, solo una mano tibia en su espalda y su madre acercándose a él, tan dulce, tan amable como siempre lo era, con una sonrisa en sus labios y un suave "¿Quieres que hablemos de esto?"

Jeonghan asintió se sentó con ella en la cama.

Con vergüenza y algunas lágrimas saliendo de vez en cuando le contó lo mucho que le gustaba su ropa, cómo todos sus accesorios, maquillaje, vestidos, todo le parecía hermoso y siempre que la veía quería usarlos también, cómo le encantaría crecer y convertirse en alguien tan hermoso como ella. Y ella le hizo muchas preguntas, todas con amor, tratando duro de no asustarlo o herirlo. ¿Le gustaba la ropa de mujer? Si, le encantaba. ¿Le gustaría ser una chica en lugar de un chico? No, le gustaba ser un chico, un chico con ropa linda. ¿Se había sentido atraído a otros muchachos alguna vez? No estaba seguro, no lo había pensado hasta ese momento pero la idea no le parecía desagradable.

Sacarse todas esas cosas de dentro había sido un alivio tan grande, más aun con la mujer más hermosa del mundo diciéndole que todo estaría bien, que estaba orgullosa de él por ser honesto con ella y por ser tan fuerte, y que fueran de compras ese fin de semana juntos los dos para buscarle un lindo vestido de su talla para que pudiera tener.

Y aunque ninguno de los dos lo habló, ambos sabían una cosa: era un secreto solo de los dos, y su padre jamás debía enterarse de ello.

*

Jeonghan no podía jactarse de haber tenido la mejor infancia del mundo, tenía una madre hermosa, pero al mismo tiempo un padre abusador y alcohólico que, quisiera o no, era el principal causante de cada uno de los problemas en su vida. Haber comenzado a fumar a los 14 había sido uno de ellos, tratando de calmar ese dolor de estómago que le provocaba verlo, tener que oírlo, tener que olerlo. Las náuseas que le causaba tener que compartir el mismo techo, tener que compartir la mesa al comer, con sus comentarios asquerosos, sus risas estruendosas y sus golpes de puño a la mesa cuando alguien hablaba sin su permiso o no se reía de sus malos chistes. Y todo esto no era por él mismo, no, toda esta rabia era por el daño que le hacía a su madre. Era una mujer risueña, dulce y bondadosa, pero aparecía él y la transformaba. Guardaba silencio, bajaba la cabeza y asentía lentamente con miedo, le daba la razón en todo y obedecía en todo aunque no quisiera; y toda esa felicidad que la caracterizaba se desvanecía, como si nunca hubiese existido en primer lugar.

La primera paliza la recibió una tarde luego de comer, cuando su padre se levantó de golpe y agarró a su madre del brazo diciéndole que fueran a la habitación. Jeonghan sabía de inmediato de qué se trataba, pudo ver el pánico en el rostro de su madre. Se paró de golpe y le dijo que la dejara tranquila, con el miedo brotándole por todos lados, temblando, apretando sus puños. Su padre levantó una ceja, "¿Qué dijiste?" fue lo único que le alcanzó oír decir. Respondió una vez más que la dejara tranquila y de un momento a otro se encontraba encima de él con sus puños contra su rostro, repitiendo una y otra vez algo sobre respetarlo, sobre no faltarle el respeto y otras cosas que no pudo oír. Jeonghan solo podía pensar en proteger a su madre que, aunque la haya hecho llorar y gritarle al animal que tenía encima que lo dejara tranquilo, había evitado que la obligara a algo que no quería... Por lo menos por un día.

Las estaciones [JiHan/Jicheol]Where stories live. Discover now