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El viento ululaba en espirales de oscuridad y la creciente ola de horror lo había alcanzado prematuramente como la sombra sigue los pasos de los mortales

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El viento ululaba en espirales de oscuridad y la creciente ola de horror lo había alcanzado prematuramente como la sombra sigue los pasos de los mortales.

─Atrápenlo.

La silueta de un muchacho se alejaba. Tenía una mano apretada contra su abdomen, la herida sangraba sin parar. Los enemigos estaban al acecho.

Ellos tenían ventaja sobre él, eso estaba claro. Pero eso no lo detuvo, estaba decidido.

El bosque estaba ubicado en las laderas de la montaña Holleywood, un lugar dónde la mayor parte del año nevaba. Aquellos que osaban cruzar las fronteras entre el mundo humano y el sobrenatural pagaban con sus vidas. No era de extrañar que junto a cada árbol que Lance pasaba, había un par de cadáveres humanos, algunos en estado de putrefacción y otros solo esqueletos. Muchos de ellos habían sido devorados cuando aún estaban vivos.

Mientras trotaba en el bosque bajo, trató de forzar su visión. Todo estaba tan borroso. Su pie se enredó con una raíz y al tratar de zafarse, gimoteó. La sangre había empapado toda su mano, seguro que había recibido una herida en algún órgano importante. ¿Qué sentido tenía pensar en ello ahora, cuando ni siquiera sabía si iba a salir con vida de esta emboscada?

Los vampiros tenían una debilidad por la sangre. Los enloquecía. Los transformaba. Les arrebataba el juicio. Y en su mente sólo queda un objetivo, un primitivo instinto: Matar. Pero no eran los únicos peligros que rondaban por aquí. Lance había aprendido que aquellas amenazas que no podías ver eran casi siempre las más letales de todas.

Una niña cubierta de fango y maleza temblaba al pie de un viejo y gran roble a unos metros de donde Lance se encontraba respingando. Las raíces gruesas del árbol sobresalían y se extendían como brazos brotando del suelo. Los dientes de la pequeña castañeaban. Apenas un pedazo de tela blanca cubría su cuerpo, protegiéndola del aire frío de la noche.

¿Cómo se las había arreglado para sobrevivir todo este tiempo ella sola en el bosque? Era un misterio. Por desgracia, Lance no tenía tiempo para eso.

Esa noche la luna llena brillaba, dotando de vitalidad a sus leales esclavos del Averno. Se escuchó el aullido de los lobos. Lance agudizó sus sentidos, definitivamente estaban cerca. Pisándole los talones.

La niña lo miraba, suplicante. Su pálido rostro reflejaba múltiples emociones. Para empezar, estaba aterrada. Como todo mortal, había oído las historias, pero jamás las había creído. No hasta esta noche. Correr. Eso era lo único que había pensado su cerebro cuando los vampiros aparecieron en el refugio. Correr para ponerse a salvo.

Había creído que todo estaba perdido, que sería la cena de aquella manada de lobos hambrientos...

...hasta que vio el emblema en forma de cruz bordada en la chaqueta de Lance y la esperanza regresó a ella.

Lance palideció. La forma en que aquella niña lo miraba le perturbaba, calando de a pocos en lo profundo de su alma y removiéndole quizá un par de fibras. No. No era lo que ella estaba pensando. No iba a protegerla.

AMBUSH [Libro I]Where stories live. Discover now