CAPITULO 10

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ARWEN'S POV

En cuanto Lena y Kara salieron del salón noté un extraño movimiento, el eunuco del harén de Ocas salió tras ella, sabía que era lo que buscaba descubrir

- ¿quiere acompañarme un momento? – le ofrecí a mi flamante acompañante

- ¿A dónde? – me pregunta inocente, sus ojos estaban vidriosos por el alcohol que mi Sam le hacía consumir

- hay algo que quiero investigar – le ofrecí mi mano y ella la tomó, ambas nos encaminamos tras el eunuco

Ella nunca soltó mi mano mientras estábamos en la marcha, ví a mi discípula entrar a la recamara de la heredera, y el eunuco se pegó a la puerta

- creo que este no es sitio para la servidumbre – dije, y el hombre saltó en su sitio

- Zarina... mis disculpas – dijo arrodillándose

- ¿Quién te envió? ¿fue Ocas? –

- no mi señora, vine por mi propia voluntad –

- que yo sepa, los esclavos no pueden separarse de sus amos, o al menos eso dicen aquellos tiranos, quiero que te vayas y dejes de espiar a las sultanas... -

- lo siento – se marcha gateando, volteo a ver a mi acompañante, sus ojos brillantes me observaban fijamente, los rizos de sus cabellos caían suavemente sobre sus hombros y sus labios se me antojaron deliciosos – creo... que deberíamos caminar un poco por el jardín –

En el jardín, ella se aferró a mi brazo mientras caminábamos

- creo que le debo una disculpa, mi zarévich la ha obligado a beber, ¿se siente bien? –

- la verdad es que jamás había bebido de esa manera, el mareo no se va – me responde

- por eso quise que viniera conmigo, es bueno que tome aire, y bueno, para sacarla de la fiesta, estoy segura de que ella la hubiese emborrachado –

- ¿ella es su hija de sangre?, si me disculpa, no les veo parecido –

- no, no es mi hija de sangre, la encontré durante un asedio... yo era una soldado novata en un regimiento de avanzada, nuestro líder de escuadrón nos envió a revisar casa por casa en busca de alguien vivo, imagino que sabrá lo que los otomanos hacen a sus prisioneros ¿verdad? – ella asiente – cuando entré a una de las chozas escuché llantos, me dediqué a buscar por todos los rincones de ese sitio, encontrando la fuente de los lloriqueos bajo el suelo, la cargué entre mis brazos y me enamoré de su ser, en cuanto tuvimos que reunirnos mi superior intentó quitármela para matarla como a todos los niños que encontraba, pero yo me negué, él me dijo que yo debía cuidarla, y cuando volví a la capital el Sultán me llamó, pensé que me despellejarían por ser una insubordinada, pero fue todo lo contrario... -

- ¿Qué edad tenía cuando adoptó a su zarévich? – nos sentamos en el pasto

- 17 años... -

- ¿Por qué aquí? ¿Por qué no la llevó a su imperio? –

- bueno, di mi palabra de servir a los Otomanos y no podía renunciar, además, el Sultán me ofreció una alternativa, quedarme en el palacio a cambio de que mi hija y la suya convivieran, y que yo las criara a ambas –

- ¿Qué pasó con la madre de la sultana? –

- Lillian murió durante el parto. Lionel estaba demasiado ocupado con sus asuntos, no quería encargar la crianza de Lena con alguna mujer del harén, así que me encomendó a mí para la labor –

LA OTRA CARA DE LA GUERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora