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— ¡Estás loco! — Gritó en medio de la estancia.

— Pero de amor— respondió con sus azulinos ojos brillando.

— ¿Amor? Estas caliente con esa mujer y no sólo quieres adentrarte una vez más en su territorio, también quieres joderte a una de ellos, el mundo ya ha tenido suficiente mierda como para que tus caprichos nos condenen en una guerra con la zona norte y sólo por no ser capaz de controlar la polla. — Tomaba su cabeza entre sus manos buscando una paciencia que creía ya estaba a punto de perder con su primo.

— ¡No es cualquier chica Benvolio! —

— No, es la mismísima hija de los Capuleto — 

Pero en los ojos de su primo lo veía, aquella esperanzadora y cristalina mirada de sus ojos celestes brillando tal como lo hacía un cielo tranquilo como los que los mayores narraban  en sus historias al sobrino de los Capuleto, días que no volverían. Ninguna sociedad sería capaz de volver a ser lo misma tras la gran crisis que terminó de despojar a la población de su humanidad, haciéndolos luchar entre ellos por la sobrevivencia, donde el ambiente se terminó por pudrir dejando de regalo una neblina tóxica por cada rincón, donde el aire limpio había desaparecido y el color verde las plantas sólo existía en los recuerdos de algunos habitantes de Verona.

— ¿Crees que si hablas con ella todo se arreglará, que la lucha entre nosotros acabará? — Pausó su diatriba esperando a que el rubio frente a él se dignara a mirarlo a los ojos. — ¿Piensas que las muertes de su bando, de nuestro bando, no son suficientes? Cada vez somos menos y no sólo acá, allá también, en otros lugares es lo mismo, cada vez hay menos que proteger y menos por lo que luchar y esperanzarse. —concluyó.

— Estás exagerando Benvolio —

Sus ojos celestes rodaron ante las palabras de su primo, porque para Romeo era así, una simple exageración, no sentía que existía aquel peligro, no notaba lo obnubilada que estaba su mente por la atracción que sentía por Julieta, eso y que además era hijo de aquella generación nacida en el caos, aquella que vagamente recordaba lo que era un día tranquilo, los últimos hijos que crecieron en la desesperanza y con las enseñanzas de que cada día había una amenaza por la cual temer.

— Exagerando y una mierda, Romeo. Eres un crío al cual debemos proteger, todos los días nace un clan nuevo con ganas de adueñarse de la ciudad y la única razón que no ocurre es porque tanto como Monstesco como Capuleto delimitamos nuestras zonas y tú quieres romper ese hilo de donde pende nuestro equilibrio ¡Sólo para coger con Julieta! — elevó una vez más su voz el mayor de los primos.

— No lo entiendes — terminó de hablar Romeo dejando a su primo al borde de un colapso mental sabiendo que nada bueno saldría de aquella cabeza rubia.

Space RomeoWhere stories live. Discover now