Capítulo 1.

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El odioso sonido de la alarma de mi móvil me despertó por tercera vez en la mañana. Sí, yo era de las típicas que ponían un millón de alarmas cada cinco minutos, apurando el tiempo en la cama el mayor tiempo posible. 

Era mi primer día de mi último año de instituto. Tras un verano de lo más agotador, ya que había tenido que mudarme desde California hasta un pueblo de Virginia llamado Mind Falls con mi padre, empezaba mi nuevo curso. Y lo peor es que todavía no había conocido a nadie en el pueblo. Cuando llegamos hace unas semanas, tenía fe en hablar con alguna vecina o hacer amigos en algún bar, pero cada vez que intentaba integrarme en un grupo, la situación se volvía incómoda y terminaba despidiéndome de la gente pareciendo una idiota.

Terminé de vestirme y bajé a desayunar. En el frigorífico, había una nota: "Lo siento, he tenido que hacer un turno extra y no sé cuándo volveré. Ten un buen día, hija". Mi padre trabajaba un montón. Siempre lo había hecho, incluso cuando mi hermana y mi madre estaban con nosotros, pero una vez que murieron, se alejó de mí y se encerró en su trabajo en la empresa que dirigía. Miré por la ventana y suspiré, aliviada. Al menos me había dejado su Mercedes blanco. Si no hacía amigos por mi personalidad, al menos quería hacerlos por mi coche.

Cuando por fin llegué al instituto, vi como el aparcamiento se iba llenando poco a poco. No quería dejar mi coche muy en el centro porque seguro que a la salida sería imposible salir, así que me dirigí hacia uno de los lados. Cuando vi un sitio que me gustaba, empecé a maniobrar para meter el coche, pero un Jeep negro enorme apareció delante de mí, arrebatándome mi sitio y provocando que casi me estampara contra el coche de al lado. Pero, ¿es que en este pueblo estaban locos? Después de recuperarme de mi ataque al corazón, me bajé del coche dispuesta a averiguar quién me había intentado matar por un estúpido sitio. Un chico alto y bastante musculoso, de pelo negro y con unas gafas de sol del mismo color bajó del Jeep. No podía dejar de mirarle. Había visto chicos guapísimos en California, pero ninguno como este. Aun así, mi furia era más grande que su belleza, así que le encaré.

-¡Oye! ¿Estás loco o que te pasa? Había visto este sitio yo antes que tú.

El chico se dio media vuelta, sin haber notado mi presencia hasta ese momento. Se bajó las gafas y, oh dios mío, sus ojos de color negro me penetraban el alma.

-Te aguantas, por si no lo sabes, este es mí sitio, vete a buscar otro, bombón.- contestó de mala gana, encogiéndose de hombros- y me da igual lo que tengas que decir, ¿vale?- y se fue, dejándome ahí tirada, con la boca abierta.

Decepcionada porque todo lo atractivo que era quedaba eclipsado por su personalidad de mierda, me subí al coche con las ganas de pincharle las ruedas al Jeep. Además ¿bombón? ¡Pero este tío quién se creía!

Cuando por fin aparqué, miré mi horario. Tenía matemáticas a primera hora. No me costó mucho encontrar la clase, pues el instituto no era muy grande ya que el pueblo no tenía muchos habitantes. Llegué y solo había unas pocas chicas sentadas, hablando entre ellas.

Vamos Maddie, tú puedes con esto, sé social- me dije a mí misma. Hablaba demasiado conmigo misma. Parecían majas, así que me puse de pie a su lado y saludé.

- ¡Hola! Me llam...

-Perdona, nos estás interrumpiendo-dijo una chica morena del grupo. Las tres amigas que la acompañaban asintieron. - Mejor déjanos en paz, ¿vale guapa?

Me moría de vergüenza. Sentí cómo mi cara se volvía roja, y me dirigí al sitio vacío que había al final de la clase, perseguida por sus estúpidas risas.

-¡Kenzie! Podrías ser más amable, ¿no crees? Solo intentaba saludarnos- comentó una chica que estaba en su grupo. No levanté la cara para ver quien era porque suficiente vergüenza había pasado ya, así que miraba mi mesa como si el chico más guapo del mundo estuviera ahí desnudo.

-Agg, por favor Beth, ¿qué te pasa? - se rieron unas chicas de fondo y escuché como unos pasos se acercaban a mí. Una chica muy guapa, de pelo castaño y ojos verdes se sentó a mi lado.

- ¡Hola! -saludó de forma alegre- ¿qué tal? Soy Beth Green, perdona por cómo te han tratado antes esas chicas, son algo así como mis amigas. Eres nueva en el pueblo, ¿no? Es que nunca te había visto por aquí y bueno, esto no es muy grande...

-Sí, llegué hace unas semanas. Soy Maddison Brown, pero me puedes llamar Maddie, suena demasiado horrible mi nombre entero.

- ¿De dónde eres? Tu pelo rubio y piel morena me dice que de algún lugar con playa...-puso cara de estar pensando, mientras me miraba con una sonrisa, esperando mi respuesta.

-Oye, ¿no serás una agente secreta del gobierno no? -dije entre risas- Soy de Los Ángeles, me he tenido que mudar a este pueblo por el trabajo de mi padre.

-Dios mío, te juro que, si eso me hubiera pasado a mí, me hubiera quedado allí, aunque fuera trabajando como stripper o algo así para pagarme un piso. Este pueblo es de lo peor, la misma gente que, por si no lo has visto ya, apestan y es un aburrimiento- debió ver mi cara de miedo y agobio, porque añadió rápidamente- pero no te preocupes, tú y yo nos lo vamos a pasar genial, ya verás- me guiñó el ojo y justo el profesor entró por la puerta.

Era un señor bastante gordito y calvo, que dejó con cansancio los libros en la mesa y, por su cara, deduje que las matemáticas debían gustarle tan poco como a mí. Seguido de él, entró el imbécil que me robó el aparcamiento esa mañana. Notó mi mirada y me puse rojísima (por segunda vez en menos de cinco minutos) y me lanzó media sonrisa. No sabía por qué, pero me intrigaba muchísimo ese chico. Quizás es porque me gustan los estúpidos. Bueno, este pueblo después de todo no era tan aburrido como me había dicho Beth.

¡Hola! Si has llegado hasta aquí y te ha gustado este capítulo y te quedarás a leer el resto, me harías super feliz. De todas formas, disfrútalo, he puesto tooodo mi amor en esta historia. Muchas gracias, nos vemos en el siguiente capítulo! ❤️

Zane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora