34. Hombres así hay pocos

2.7K 343 89
                                    

Víctor

Por fin, luego de tres meses de llevar con ese estorboso yeso, me deshice de él. Mi recuperación fue rápida gracias a que seguí los ejercicios que el doctor me recomendó, manteniéndome para recuperar la movilidad en las partes afectadas por el accidente, como mis extremidades y el torso.

Diría que los problemas a los que acudí a Trenton ya se están solucionando. El proceso del fraude al proyecto Casias está marchando conforme lo acordado con mis abogados y el juez que lleva el caso, se está reparando a las víctimas y a los empleados. Nilan ya está en la cárcel, esperando por su juicio para que dicten completa sentencia por lo que hizo, igual sus cómplices.

Quedé dudoso con que a Néstor y Nathan Zoellick les dieran libertad condicional hasta el juicio donde se les imputaran cargos, pero según me aseguraron sus abogados y su propio hijo, ellos pagarían por lo que hicieron y que no se irían a ningún lado.

Por todo lo demás, solo esperamos hasta el otro año para que esos asuntos concluyan, incluyendo lo que se descubrió del falso testamento de Douglas Bathory.

Dejando todo eso de lado, quedaba un asunto importante que desde que supe que tenía de vuelta a Francesca quería concretarlo cuanto antes. Llevaba planeándolo en secreto semanas atrás; aprovechando que podía moverme con más libertad, salía de casa con la excusa de ir a la firma para ayudar en el caso del proyecto. Y sí, lo hice para aparentar, pero mi prioridad era preparar lo que esta noche vendría.

Ya estoy listo, en el lugar que mandé a adecuar para la ocasión, un tanto ansioso por lo que pueda pasar. Como dije, la tercera es la vencida y si no se da, desistiré de todo intento.

Justo como lo pedí todo luce perfecto, no hay contratiempo de ningún tipo y esta noche hasta estuve dos horas antes en la recepción del restaurante que reservé para lo que quería hacer, solo faltaba una persona.

Reviso mi vestimenta; voy lo más elegante posible y es que la ocasión lo amerita; pantalón de paño, camisa roja oscura con mancuernas de oro en las mangas y una corbata negra, chaleco de traje negro y zapatos clásicos. Estoy tan ansioso que no dejo de acomodarme la corbata para desquitarme con algo, al igual que con las mancuernas que desabotono y abrocho sin saber si quitármelas o no. Por lo acalorado que empiezo a sentirme al final opto por quitármelas y remangarme la camisa hasta los codos.

No le daré más largas al asunto; saco mi celular y enseguida hago la llamada; son las cinco de la tarde, pero ya no creo esperar una hora más hasta que salga de trabajar.

El tono del celular replica tres veces hasta que al fin contestan.

—Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿Ya te quitaron el yeso? —cuestiona la dama al otro lado de la línea.

Una media sonrisa aparece en mi rostro. Desde que volvió, las caricias y besos no han faltado, dejamos las formalidades y aunque no soy de expresar el amor que le tengo con palabras bonitas o motes afectuosos, sabe que la quiero porque cada que la tengo la beso como si regresara de un viaje largo. Aunque, bueno, con eso de que está embarazada, en ocasiones me toca hacer excepciones, porque si no le digo algo bonito piensa que no la quiero; aún no me acostumbro a los cambios hormonales que sufre.

—Sí, ya me lo quitaron —aviso, revisando mi brazo del que solo quedó una cicatriz por la cirugía que me hicieron—. Quería decirte que ahora mismo Pancer irá a recogerte a la constructora.

—¿A dónde me llevarás? —cuestiona con picardía, hasta me la imagino poniendo esa cara sonriente y coqueta que tanto me gusta. Ese es otro punto de que esté así de sensible por su embarazo, que a veces se pone de ese modo provocativo que tanto me prende.

Cuestión de amor © [Cuestiones III]Where stories live. Discover now