Capítulo 31 ''Necesito tu ayuda''

Comenzar desde el principio
                                    

 —afirmé —Bueno, en realidad no, necesito que vengas.

No me asustes —habló preocupada —Estaré ahí en menos que canta un gallo. Bueno, alomejor tardo un poco más, pero enseguida estoy ahí.

Date prisa por favor —casi supliqué.

Colgué y dejé el teléfono sobre mi mesita. Volví a acostarme de nuevo y continué haciendo exactamente lo mismo que había hecho desde que huí de casa de James. Mirar el techo de mi habitación.

Quince minutos más tarde el timbre me sacó de mi trance. 

—¿Que habéis hecho qué? —preguntó por millonésima vez en los últimos cinco minutos.

—Eso —asentí lentamente mirando a un punto fijo.

—Pero, seguro ¿no? —habló segundos más tarde —¿Seguro que no los has soñado? Sabes que tu sueles soñar cosas muy raras —hizo una mueca —Como la vez que soñaste que cantabas con One Direction en un concierto —soltó una carcajada —Jamás olvidaré ese sueño.

—¿Que me dices de la vez que soñé que un gusano gigante nos perseguía a todos? —reí junto a ella —A ti te mataba.

—¿Y cuando te violó un nomo de jardín? —dijo entre risas mientras sujetaba su estómago —Tuviste pesadillas con eso durante un año —parecía una idiota intentando hablar y recuperar de nuevo el oxígeno —Dios santo, me falta el aire.

Seguimos riendo durante unos minutos. Me encantaban nuestros ataques de risa, llegaba un momento en el que ya no sabiámos ni por que nos reíamos . 

—Ha pasado de verdad —afirmó cuando ya nos habíamos calmado, después de unos segundos de silencio.

—No sé que hacer Nerea —susurré —Haga lo que haga lo he perdido. He perdido a James.

—No digas eso, sabes perfectamente que él no es de esos, él siempre estará ahí para ti —se acercó a mi y me envolvió en sus brazos.

—¿Y si nada vuelve a ser como antes? —lloriqueé sintiendo cómo lágrimas recorrían ya mis mejillas.

—Ya se nos ocurrirá algo —besó mi cabeza aún en el abrazo.

Quiero chocolate —dije como una niña pequeña —Helado de chocolate.

—Estamos en pleno Diciembre, no voy a dejar que comas helado —me advirtió.

—Esta bien —hice un puchero.

Sabía que la había cagado hasta el fondo, pero lo nuestro aún tenía arreglo. Aunque lo que más miedo me daba, era el momento en el que tuviera que encontrarme con él, el momento en el que tuviéramos que hablar las cosas.

Narra James

Recuerdo que cuando tenía cinco años, pedí una bicicleta por Navidad. Cada mañana, al salir del colegio, pasaba por la tienda y mientras mi madre hacía la compra, yo me quedaba totalmente embobado mirando el escaparate, admirando aquella bicicleta. Tenía varias llamas de fuego dibujadas sobre un fondo negro, creo que eso era lo que más me llamaba la atención. Estaba tan ilusionado y tan seguro de que aquel año por fin la tendría. Pero cuando llegó el día de Navidad, y no vi la bicicleta bajo el árbol me eché a llorar. Pensaba que el mundo se acabaría por eso, me sentía destrozado y completamente desilusionado. Lo único que yo quería era mi bicicleta.

Pensé que si me portaba bien y no hacía enfadar a mis padres, Papá Noel me daría la bicicleta, pero no fué así.

También recuerdo que al cumplir los once años, deseaba que mis padres me regalaran una chaqueta de cuero. En ese tiempo estaba muy de moda y todos los niños de mi clase tenían una. Pero en cambio, me regalaron un balón de fútbol.

Hay desilusiones de todo tipo, palabras que dañan y acciones que te destrozan, pero no había ningún dolor comparable al que yo sentía ahora mismo. 

Cuando era pequeño pensaba que el no recibir algo que esperaba con todas mis fuerzas, era el dolor más grande del mundo, pero ahora lo sabía, ahora sabía que el mayor dolor no era el no recibir lo que tanto deseas, sino perder lo que ya tenías y amabas.

Y yo me sentía así, sentía que había perdido a Sam, y podía jurar que nunca en mi vida me había sentido de esta manera. Aunque aún seguía respirando y mi corazón latía todavía en mi pecho, me sentía menos vivo que nunca.

Era increíble como en tan solo dos minutos, tu vida podía cambiar tanto. Hace unas horas, antes de quedarme dormido, era la persona más feliz del mundo, juro que me sentía completo. Pero cuando desperté, todo dió un giró de ciento ochenta grados, me sentía como si me hubieran arrancado el corazón. 

La vida sin Sam no tenía sentido. 

Y a pesar de que se fué sin más, no estaba enfadado, no podía culparla por nada, simplemente me sentía decepcionado. Decepcionado con la vida, decepcionado conmigo mismo.

Dejé de mirar el techo por unos segundos y fijé la vista en la figura que se encontraba en la puerta de mi habitación.

—Hijo, tienes que comer algo, ni si quiera has desayunado —dijo preocupada.

—No tengo hambre —dije en un susurro con la voz ronca.

—¿Se puede saber que ha pasado? —caminó hasta mi y se sentó en mi cama, justo enfrente mía.

—No ha pasado nada —me encogí de hombros. Nadie de este planeta con dos dedos de frente se habría creído mi gran mentira, pero esperaba que mi madre se conformara con eso y me dejara solo de nuevo.

—¿Enserio? —dijo rodando los ojos —Estas mintiendo a la persona que te ha parido. Cariño, te conozco más que tú a ti mismo —suspiré.

—¿Que se hace cuando estas enamorado de alguien y todo se acaba de echar a perder? —hablé rompiendo el silencio que mi madre y yo habíamos creado.

—¿Te importa esa persona? —preguntó sonriendo tristemente.

—Más que nadie en este mundo, mamá, más que nadie.

—Entonces lucha por ella —me aconsejó.

—¿Y si no es correspondido? —dije en un hilo de voz mientras mi estómago se hacía un nudo.

—¿El que?

—El amor, el sentimiento, no sé.

—Estoy segura de Sam siente exactamente lo mismo —acarició mi mejilla y se levantó de la cama después de depositar un beso en mi frente. Caminó hasta la puerta y volvió a girarse antes de salir —Lucha por ella —sonrió.

Asentí a pesar de que mi madre ya no se encontraba ahí, asentí más bien para mi mismo. 

—¡Te quiero aquí abajo en menos de dos segundos James, tienes que comer algo! —gritó desde la planta de abajo —¡Y más te vale hacerme caso si no quieres que te baje de las orejas!

Sonreí a pesar de que era lo último que quería hacer en estos momentos.

Estaba dispuesto a luchar por Sam. La amaba como a nadie, la amaba tanto que dolía y no iba a perderla por nada del mundo.

Sabía que no sería fácil, si ella se había ido esta mañana sería por algo. Quizás el sentimiento no era mutuo, quizás mi amor no era correspondido, pero me daba igual, yo la quería y haría cualquier cosa por tener a mi Samy de vuelta.

Volví a mirar el techo de mi habitación, ahora me sentía algo mejor, volvía a tener esperanza.

Cerré los ojos y pensé. Pensé en cada facción de su rostro, en sus ojos, su sonrísa, en las muecas que ponía, en cada milímetro de su cuerpo, pensé en ella y volví a enamorarme de nuevo.

—¡No me hagas subir otra vez James Dauson! 



Back to December.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora